Rosana Sirur / Especial para La Capital
Villa Cañás. - La iniciativa de la familia Brahim, de buscar una actividad alternativa para poder explotar sus tierras inundadas, llevó a gestionar la firma de un convenio con la provincia para declarar a Villa Cañás como puerto de fiscalización de productos de la pesca comercial. "La importancia del acuerdo radica en que permite tener un control de la actividad y una base de datos para estadísticas de captura de las distintas especies. Además constituye una posible fuente de recaudación para el municipio", afirmó Daniel del Barco, del área Biología Pesquera de Recursos Naturales de la Secretaría de Medio Ambiente de la provincia. "Desde el municipio se extienden las guías que permiten extraer la producción de nuestra localidad y conducirla a los centros de expendio", afirmó el secretario de Gobierno, Hugo Alberti, quien recordó que para efectuar el control se capacitó personal. Por ejemplo, la titular de Bromatología, Olga Zvicer, se encarga de verificar la carga y pesca, en cantidad y dimensión de las piezas. El campo de la familia Brahim, en el sector noroeste de Villa Cañás, es una cuenca cerrada conocida como la laguna de Rovea. "Tenemos una extensión de 735 hectáreas de las que antes de las inundaciones se destinaban 270 a la cría de ganado. Pero el avance del agua nos obligó a vender cabezas de ganado ya que sólo quedaron utilizables para esa actividad 35 hectáreas. El resto está bajo agua", remarcó Ariel Brahim. La familia cuenta con un permiso provisorio para explotar su predio como criadero de pejerreyes. Hace unos días funcionarios de Medio Ambiente de la provincia visitaron esta ciudad para conocer las instalaciones y "poder darles un encuadre definitivo dentro del marco legal", dijeron. Para ser considerado criadero el predio debe ser un ambiente, es decir, una laguna que esté totalmente comprendida dentro de una propiedad particular. "No puede ser una propiedad compartida entre ambos productores y debe certificarse que existe alguna actividad de repoblamiento de pejerrey en ese ambiente", adelantaron los funcionarios provinciales. De no encuadrarse en la reglamentación de criadero se trataría de pesca comercial. En ese caso, quien explote este tipo de ambiente también debería gestionar una autorización. "De igual modo tienen que inscribirse todas aquellas personas que quieran tener un criadero de fauna exótica", recordaron. Hace más de veinte años en la laguna de Rovea se pescaba muy bien, pero distintos factores hicieron que fuera perdiendo vida. "Un grupo de vecinos entre los que estaba mi padre -contó Brahim- decidió sembrar nuevamente. Lo hicieron en forma intensiva durante dos años y en forma alternada durante nueve". Recién el año pasado se pudo pescar un número considerable de pejerreyes. Al no tener una fileteadora el pescado se vende entero. Se congela y queda como máximo dos días en la cámara, hasta que llega el camión que se lleva la mercadería a la costa atlántica. No obstante, el criador no pierde las esperanzas en poder tener una fileteadora dentro de algún tiempo y, seguramente, generar algo de mano de obra. Además de rastrear información sobre los requisitos para habilitar el criadero de pejerreyes la familia Brahim buscó asesoramiento en la Escuela de Educación Técnica Nº 484 Prefectura Naval Argentina, cuyos alumnos vienen trabajando en la cría de alevinos. Luego se contactaron con el biólogo Cristián Petraqui, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, quien, para la tesis de su doctorado, está trabajando en la producción de alevinos de pejerrey en cautiverio.
| Muchos de los ganaderos se dedican ahora a la pesca. | | Ampliar Foto | | |
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