Mientras la semana pasada la ciudad se escandalizó por la falta de incubadoras (y el ministro Fernando Bondesío salió a anunciar la compra urgente de 11), La Capital comprobó ayer que el policlínico Julio Corzo guarda seis en uno de sus pisos, que no prestan servicio desde el momento del cierre provisorio del efector.
El titular del Julio Corzo, Mario Di Renzo, opinó que mientras no existan planes de reapertura del sanatorio -que por ahora no los hay, por falta de financiamiento- están dispuestos a firmar convenios, en especial con la provincia, para el aprovechamiento de los aparatos.
El directivo señaló que semanas atrás un grupo de sindicalistas se reunió con el ministro de Salud, para transmitirle el apoyo de la Confederación General del Trabajo (CGT) delegación Rosario; encuentro en el que "no se hizo mención del tema particular de las incubadoras pero el ministro sabe que si necesita algún servicio, estamos dispuestos a brindarlo", señaló.
El policlínico Julio Corzo depende de la Asociación de Obras Sociales (Ados), un organismo gerenciado por distintos sindicatos pero supervisado por la Superintendencia de Seguros de Salud (ex Anssal). Fue construido durante el gobierno de Carlos Menem y clausurado años más tarde cuando se agravó el cuadro del Pami y las obras sociales, a las que les facturaba los servicios. Tiene siete pisos y un equipamiento de nivel que no sólo se traduce en las incubadoras, sino también en aparatos de diálisis (que sí están siendo aprovechados), diagnóstico por imágenes, cirugía de alta complejidad, neurocirugía, sala de cesárea y estudios de hemodinamia.
Ayer, precisamente, cuando La Capital pidió permiso para recorrer las instalaciones estaba presente una delegación de inspectores de la superintendencia que repite visitas casi todos los meses. Además de los aparatos se observó algunas enfermeras y personal de limpieza, entre las contadas personas que quedaron del nutrido plantel.
Otro dato paradójico a tener en cuenta es que el Julio Corzo -sobre calle San Juan casi avenida Francia- está ubicado a sólo siete cuadras del Hospital Provincial del Centenario. Allí, la semana pasada, los médicos se quejaron de que cuatro incubadoras permanecían rotas y las restantes seis no daban abasto para enfrentar la demanda. Alzaron la voz frente a una nueva orden judicial que obligó a internar a una beba nacida con dos kilos de peso en Granadero Baigorria, cuya madre no encontraba asistencia por ningún lado. "Estamos más que saturados pero igual nos llueven los amparos de los jueces para que internemos bebés", declaró a este diario Laura Levinson, jefa de neonatología del Centenario.
Apenas leyó eso, el ministro Bondesío anunció que había acordado una partida para comprar 11 nuevas incubadoras: tres cada uno recibirán el Centenario, el Provincial y el Eva Perón (de Granadero Baigorria) y las restantes dos para el Gamen de Villa Gobernador Gálvez y el Granaderos a Caballo de San Lorenzo.
Preguntado por este diario, Bondesío advirtió que en el Centenario estaba el problema más grave.
Falta de estrategia
Más allá de los detalles y opiniones los datos deberían servir para reflexionar si los sistemas de salud (público, privado y de obras sociales) aprovechan debidamente los recursos o si pecan de falta de estrategia y planificación, con costos para el ciudadano. Los tres sistemas, por otra parte, presentan números en rojo, balances absolutamente desequilibrados y sufren una crisis de financiamiento como nunca padecieron en Argentina. Los privados, por ejemplo, tienen la mayor parte de los edificios hipotecados o embargados por los bancos y las compañías aseguradoras no les contratan pólizas por mala praxis.
Meses atrás, desde el Instituto Autárquico Provincial de Obras Sociales (Iapos) se advirtió que hay más tomógrafos en la provincia de Santa Fe que en Francia, porque mientras en el país galo las autoridades sanitarias no permiten más que un aparato cada 100 mil habitantes en Argentina no hay ninguna regulación. Así, se detalló que en Rosario hay cerca de 20 y en Santa Fe 14.