Año CXXXV
 Nº 49.648
Rosario,
jueves  31 de
octubre de 2002
Min 15º
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Punto de vista: Las innovaciones de un Cadillac

José Luis Cavazza / La Capital

El álbum solista de Vicentico se parece bastante a esas fotografías en blanco y negro, borrosas y casi fuera de foco, que muestran a la Argentina más sanguínea y latinoamericana. Precisamente, una postal urbana tan desnuda como cruel detrás de esa fachada europea hoy tan descascarada y derruida que ya no sirve para ocultar la realidad.
Un puñado de canciones urgentes que celebran extrañamente la tristeza popular, a base de percusiones tan negras como melancólicas, guitarras españolísimas, vientos amexicanados, coritos andaluces a lo Ketama, guitarras eléctricas que nunca suenan alegres y la voz gastada de un Vicentico recién levantado de la siesta. Poemas de amor, hombres desesperados, calles inundadas, una quema inevitable, el ojo de un huracán, un viento helado de revolución, la canción de cuna de un niño ladrón y el deseo de ser nada. ¿Qué otra cosa se puede ser en una tierra devastada por los miserables? Sólo esperar a la santa de los milagros.
Las nuevas canciones de Vicentico tienen algo de invocaciones místicas. Son como súplicas de un ejército de desarropados que bate parches bajo la luna de una Argentina que no todos quieren ver ni tocar, construidas casi a imagen y semejanza de las imágenes de aquellas primeras películas de Pino Solanas. Quizá por esto, el disco desborda de percusiones que taladran oídos y conciencias, advirtiendo al final del trayecto: "Cuidado que del sur vienen soldados empujados por el sueño de ganar".
El cantante de los Fabulosos Cadillacs redondeó en su debut solista un álbum distinto, alejado de la vanidad rockera y también del pudor de la perfección. Ante todo, es una reivindicación de la crudeza, no dicho en términos musicales sino en lo que se refiere a sensibilidad social. El disco, que se llama simplemente "Vicentico", está cubierto por la piel áspera y quebradiza de la marginalidad; huele a quema, inundación y a velas de santuario. Y también, afortunadamente, a plegarias de amor, incluido el bolero de Chico Novarro, "Algo contigo".


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