María Laura Cicerchia / La Capital
"La maté, la maté", gritó desesperado a los policías Luis Esteban Rodríguez cuando en septiembre del año pasado acuchilló a su mujer en el cuello tras una de sus habituales discusiones. Aunque luego confundió a los investigadores con distintas explicaciones del hecho, en las que llegó a decir que la mujer se había suicidado, la Justicia constató que se trató de un crimen. El asesinato fue el final de una tormentosa relación en la que la mujer sufría constantes golpes y malos tratos. Y dejó desamparado al hijo de 12 años de la víctima, quien quedó a cargo de sus vecinos. Si la sentencia queda firme, el hombre pasará 8 años en prisión. No era la primera vez que la mujer, Teresa de Jesús Cisneros, de 41 años, sufría una brutal agresión de parte de su pareja. Dos meses antes una conocida la había visto partir asustada en un remís, con un profundo tajo en el rostro. Ella dijo que la habían herido en un intento por sacarle el bolso. Pero al verla tan temerosa, la mujer dedujo que la herida era el desenlace de otra pelea con su concubino. Algo que el imputado luego reconoció, aunque dijo que la lesión fue accidental. Según los allegados a la pareja, la relación entre ambos era muy mala y a menudo Rodríguez "la golpeaba sin motivo". Las discusiones, señalaron diversos testimonios, eran fuertes y terminaban con agresiones hacia la mujer, que en una oportunidad debió ser internada por la violenta golpiza. Los maltratos también alcanzaban a Walter, hijo de Teresa, de 12 años. "El hombre es un borracho que volvía loca a su mujer por los golpes y despreciaba al chico", contó a este diario Leonor, una vecina. Por las agresiones que sufría de su padrastro, el chico se había ido a vivir con unos vecinos a un par de cuadras de la casa de su madre. Con la muerte de la mujer quedó al cuidado de los vecinos, porque no conocía otros parientes. Esa historia de tormentos, pobreza y maltrato llegó a su fin la mañana del 17 de septiembre de 2001, cuando en una discusión Rodríguez le provocó a su concubina una profunda puñalada en el cuello que la mató en el acto. La mujer murió desangrada en el dormitorio del humilde rancho donde vivían, de Cerrito al 7600, barrio Las Palmeras. Según consta en el expediente, el hombre estaba totalmente alcoholizado. El mismo Rodríguez reconoció que esa mañana tomó "3 o 4 vasos de vino" y que siguió bebiendo hasta que llegó la policía. Quien denunció el crimen en la subcomisaría 22ª fue la madre del imputado, Rita Rodríguez, que vivía con la pareja. La mujer fue despertada por su hijo y encontró a su nuera tirada en el dormitorio, con un tajo del cuello a la mandíbula y hematomas en el cuerpo. Cuando los policías fueron a detener a Rodríguez, el hombre confesó el asesinato: "La maté", les dijo consternado. Luego le diría a un juez que la mujer se había suicidado. "A veces decía que estaba cansada de vivir", refirió. Más tarde, al ampliar su declaración, agregó que el incidente ocurrió cuando discutían porque ella, "sin ninguna explicación", le comunicó que volvería con su ex pareja. "Me violenté y tomé un cuchillo", admitió, aunque dijo no recordar si él la cortó o fue ella quien se provocó la lesión en el cuello. Esto último era algo imposible, según la autopsia, porque la lesión era de tal magnitud que la mujer perdió el conocimiento al primer puntazo. La herida le destruyó todo el paquete vascular del cuello y le provocó una muerte rápida. Ocho años de prisión fue la condena que impuso a Rodríguez el juez de Sentencia Nº 2, Antonio Ramos, por el delito de homicidio simple. El fallo fue apelado por la defensa y será revisado por la Cámara Penal.
| El hijo de Teresa también sufrió la ira de Rodríguez. (Foto: Gustavo de los Ríos) | | Ampliar Foto | | |
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