Año CXXXV
 Nº 49.646
Rosario,
martes  29 de
octubre de 2002
Min 11º
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cartas
La huerta familiar, una solución

El minifundio fue descartado en nuestro país hace muchos años. Se afirmaba que su explotación no era rentable. No se entendía que no se trataba de obtener renta, sino alimentos para las familias carenciadas a través de su esfuerzo, a la vez que se restablecía la justa dignidad. Además, el cultivo de la tierra educa. La civilización comenzó por la agricultura. Modestamente se proponía establecer colonias, minifundio familiar, formadas por varias fracciones de tierra de 1,5 a 2 hectáreas por familia, otorgadas en propiedad privada, pagadas en cuotas simbólicas anuales. La vivienda correspondiente sería construida por cada familia, con ayuda estatal y vecinal. Las colonias se ubicarían en proximidad de zonas industriales o urbanas. A falta de trabajo en éstas, las familias siempre tendrían la huerta para alimentarse. La propiedad de la tierra es fundamental para arraigar al hombre, sin perjuicio de formar cooperativas para diversos fines. La huerta se complementaría con algo de granja, obteniendo así toda clase de productos alimenticios. Siglos de experiencia y los recientes emprendimientos del Inta demuestran que la huerta-granja cumple ampliamente estos fines. El Inta asesoraría a los colonos permanentemente incrementando el rendimiento de las explotaciones. Si se hubiera recurrido a la solución descripta, hoy no habría hambre en nuestra querida patria. Aún estamos a tiempo.
Alejandro Luis Maino


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