Cada vez que ven una nube o hay pronóstico de tormenta, unas mil familias del barrio Nuevo Alberdi temen volver a quedar inundadas. Es que el desborde del canal Ibarlucea ya las obligó a evacuarse dos veces durante la última semana, algo que ya es común todos los años. Las obras de canalización son la solución. Pero hay más, La Capital pudo comprobar la existencia de desagües clandestinos que se abrieron hacia el canal, a partir de la denuncia de un grupo de chacareros que se ven afectados porque anegan sus campos, y de los integrantes del ex movimiento Nunca Más Inundaciones (Numaín) que estudian la cuenca del arroyo Ludueña. La situación fue admitida por los técnicos de Hidráulica provincial y por el vicepresidente comunal de la localidad de Ibarlucea, Eugenio Ibaldi. Esto demuestra la falta de un abordaje integral de la problemática hídrica en la provincia. "Los desagües no autorizados dentro de los campos y que van a parar al Ibarlucea aumentan la velocidad del agua y llegan a desbordar el canal y afectan a los barrios ubicados sobre su cauce en el extremo noroeste de Rosario", denunció Osvaldo Ortolani, de Numaín. Algo que también fue corroborado con los ingenieros de Hidráulica. A unos 300 metros de la ruta A012 y a un kilómetro y medio del cruce con la 34, hay un canal que cruza un campo y desemboca en el Ibarlucea. Es uno de los tantos zanjones que cavaron los propietarios de los grandes campos de la zona, según denunciaron los chacareros linderos al Ibarlucea. La semana pasada, cuando se desbordó el canal, la superficie anegada fue de 400 metros a la redonda, una vivienda alcanzó a tener 50 centímetros de agua y se perdieron varias hectáreas sembradas. Otro factor de conflicto es un zanjón que, según dicen, fue canalizado sin autorización, también por privados, a 2 kilómetros de la autopista. Roque Taborelli es uno de los productores más afectados ya que parte de sus 42 hectáreas quedaron bajo agua en la última inundación. "Cuando el canal crece, los zanjones abiertos tiran agua hacia nuestras tierras", relató. Y también responsabilizó a las vertientes que vienen desde Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez y Fray Luis Beltrán. Desde la 34 se pueden ver montículos de tierra levantados. Son surcos de agua que llegan al Ibarlucea. "Fueron cavados por una retroescavadora especialmente contratada", señalaron los campesinos. El canal Ibarlucea tiene una extensión de 17 kilómetros que nace sobre la ruta, bordea la localidad que lleva el mismo nombre, atraviesa Nuevo Alberdi y desemboca en el Ludueña. Sólo fue canalizado en un corto tramo desde el arroyo y cada vez que llueve fuerte y con cierta continuidad se desborda e inunda sus alrededores provocando anegamientos en viviendas precarias y cientos de evacuados. Un técnico de Hidráulica y conocedor de la zona reconoció que existen brazos abiertos en forma irregular que llegan al canal y que éste no está en condiciones de absorberlos. "Lo que pasa es que la repartición no tiene medios como para seguir de cerca la cuenca, ni tiene el poder de policía para hacer los controles", confesó. También dijo que nadie fue autorizado para abrir esos desagües. Otro que conoce es Ibaldi y argumenta no poder hacer nada. "Algunos dueños de los campos realizaron los canales sin autorización y ahora peligran los puentes más chicos del Ibarlucea", agregó. La gente de las chacras, por estos tiempos más dedicada a la agricultura que a la ganadería, siente que en el lugar "cualquiera hace lo que le parece" y "el que se jode, se jode", según Juan Cairo. Taborelli fue más allá: "Tememos que esto se convierta en una nueva laguna La Picasa", donde los canales clandestinos que provenían de otras provincias contribuyeron a desbordarla y nunca más volverá a su superficie anterior.
| |