Supongamos que un partido de fútbol sufre los mismos vaivenes que una relación amorosa. Y que en este juego de analogías, Central Córdoba vendría a ser el prototipo de novio que regala argumentos para creer que su romance con las buenas producciones es un amorío capaz de resistir a la tentación de una infidelidad. Entonces, cuando insiste con esos coqueteos hace que la ansiada victoria caiga enamorada en sus brazos. Por ejemplo, estas conquistas le permitieron llevarse a las minas de turno como fueron el triunfo por 2 a 1 en el clásico ante Argentino y la goleada por 5 a 1 ante Talleres de Remedios de Escalada hace un par de fechas.
Pero en otras citas, como sucedió ayer ante Laferrere en el Gabino Sosa, los charrúas se ganaron igualmente a la novia victoria pero encarnaron a ese pretendiente influenciado por los temores, con miedo a que un galán sin tanta pinta le arrebate la rubia más linda del barrio.
Ilustrada la semblanza que despierta el andar del equipo de Santángelo, ahora sí se impone retomar los rieles futbolísticos para explicar una victoria construida en el terreno de la prepotencia.
En el reparto de los merecimientos, no es un detalle menor soslayar que Córdoba se cruzó con un rival que hizo todo lo posible para facilitarle las cosas y que sus réplicas nadaron en la orilla del contraataque. Igualmente la sensación que quedó es que se estuvo en presencia de dos equipos estructuralmente quebradizos pero muy generosos de pulmón y sacrificio.
Y en ese choque de propuestas congruentes fue Córdoba el que emprendió el cambio. Porque abandonó su rigurosidad de posiciones y se hizo pertinaz en la búsqueda, metiendo, jugando como pudo y pensando de a ratos.
Precisamente el pelado Calabrese se hizo eco de esta última variable y metió un precioso tiro libre al primer palo de Eyeramonho.
La mutación del marcador hizo pensar que los charrúas empezarían a hundir el bisturí en los espacios que dejaba la defensa visitante. Pero se dio por hecho y en el complemento adoptó una actitud paisajista y contemplativa de la inoperancia de Laferrere.
El remate de Rearte que se desvió en Valiente para derivar en la igualdad visitante y las expulsiones de López y Blanco no sólo trastocaron el gobierno de las imprecisiones, sino que invitaron al observador a ingresar al único ambiente disponible: un desván en el que reinaron el desorden y la desprolijidad.
Por eso la desorientación de Córdoba ya nacía desde su anarquía creativa. Santángelo apostó a los ingresos de Pignatta y Brandan para corregir esa coyuntura de dudas, pero las insinuaciones nunca tuvieron la anuencia de la claridad. Hasta que Pignatta recibió una sesión de Calabrese y despabiló la vista charrúa con una definición rasante.
Sin abandonar la ciclotimia ni encontrar todas las respuestas que venía buscando, Córdoba al menos dio con el analgésico de los tres puntos. Sacó adelante un partido con la ley del mayor esfuerzo, un hándicap que no siempre le servirá para ganar un partido.
Síntesis
C. Córdoba 2: De Lemos 5; Valiente 5, Melli 4, Yocco 5 y Aira 6 (76' J. López 5); Santos 5, Ferri 7, Cárdenas 5 (74' Brandan 5) y Petrovelli 4; Gufanti 4 (56' Pignatta 6) y Calabrese 5. DT: Oscar Santángelo.
Dep. Laferrere 1: Eyeramonho 4; P. Nieva 4, Caferatta 5, Rozich 5 (46' Ledesma 4) y R. Nieva 4; W. Verón 6 (46' Rearte 5), Galeano 5 (64' Molina 4), C. Cáceres 5 y Blanco 4; Zaccardo 5 y Rufini 4. DT: Sergio Quiroga.
Estadio: Gabino Sosa.
Arbitro: Eduardo D' Amico (4).
Goles: 15' Calabrese (CC), 79' Valiente (CC), en contra y 84' Pignatta (CC).
Expulsados: 77' Yocco (CC) y Blanco (L) y 90' Zaccardo (CC).