Sergio Roulier / La Capital
"Rosario y la provincia de Santa Fe están bendecidas". El padre Ignacio Peries sorprendió con una visión que quizás ni el más fanático de estas tierras la tiene. "Es que la gente viene a la ciudad porque tiene algo de comer", argumentó. También se mostró optimista con el ánimo de la ciudadanía, aferrada ahora "a una posibilidad de cambio" frente a las próximas elecciones, sin embargo cree que se ha perdido la confianza en los dirigentes. No está de acuerdo con el "Que se vayan todos", incluso para la jerarquía de la Iglesia, más alla de que existan "buenos y malos" en la institución. Evitó pronunciarse sobre las denuncias de acoso sexual que involucran al ex arzobispo santafesino Edgardo Storni esperando que se esclarezca el caso. Y en su tono habitual, dejó una frase sugestiva: "Quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra". El sacerdote de la parroquia Natividad del Señor, que convoca a miles de fieles a sus misas y bendiciones, cumplió 52 años y casi la mitad los vivió en Rosario, desde que llegó en 1979 de Sri Lanka, su tierra natal. En una charla con La Capital, también habló de cuestiones personales, como sus proyectos juveniles de formar familia, y sobre el celibato de los religiosos. Peries se mostró cuidadoso en las respuestas y nunca se apartó del discurso de su autoridad inmediata, el arzobispo local, monseñor Vicente Mirás. Volvió a resaltar las figuras del intendente Hermes Binner y del gobernador Carlos Reutemann. Y le apuntó al gobierno nacional, aunque esta vez moderó su discurso en cuanto a la cuestión social. Rodeado de la imagen de la Virgen, una foto con el Papa y la portada de su último libro, se prestó al diálogo: -¿Cómo ve a Rosario hoy? -Escuchando cómo está la gente que llega de otros lados, la ciudad y la provincia están bendecidas. La gente viene a Rosario porque por lo menos tiene algo de comer. Hay que reconocer al intendente y al gobernador que dan lo que pueden, sin tener respuesta del gobierno nacional. La ciudad está bastante bien, tiene paz y no tanta violencia. -¿Y el estado de ánimo de la gente? -Hay un cambio positivo. La gente tiene un poco más de esperanza, quizás tenga que ver con la expectativa de las elecciones. Es que ya descargó su bronca, aunque está cansada de promesas e injusticias. Contribuye además que al campo le va bien como a la producción local y nacional. Ojalá que no se defraude. -¿Hay candidatos potables? -Tiene que haberlos. Lo que pasa es que la gente perdió la imagen de un líder y la confianza. Hay gente (dirigentes) sana, pero muchos tienen miedo a enfrentar esta situación y poner la cara. -¿La Iglesia fracasó al convocar a la Mesa del Diálogo Argentino? -Los obispos dieron sus opiniones y describieron la realidad del país, pero la responsabilidad es del gobierno. Y los que están no dan una respuesta concreta y muchos no están preparados o no tienen fuerzas para tomar una decisión. -¿No cree que el "Que se vayan todos" para los políticos alcanza también a cierta jerarquía ecleciástica? -Sí, bueno, existe una mentalidad de que si un mosquito pica hay que matar todos los mosquitos. Cuando se pierde la esperanza de obtener una respuesta, falla todo. Hay que ser prudentes, en todos lados hay buenos y malos. Esa mentalidad hay que cambiarla, no se debe desconfiar de todos. -¿En la Iglesia también hay buenos y malos? -Sí, por supuesto. -¿Qué opina del caso Storni? -No sé mucho, ni tampoco he tenido contacto con el caso, salvo por lo que escuché de monseñor Mirás. -¿Está de acuerdo con los dichos de Mirás de conectar las denuncias contra Storni con una campaña en su contra? -Es posible, no quiero opinar. A Storni lo conozco por lo que me decía la gente, nunca me hablaron mal de él. Es que cuando una persona comete un error, parece que todas las culpas caen sobre ella. Hay que ver, Jesús lo dijo: "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra". En ese sentido la Iglesia es muy prudente, se toma un tiempo para dilucidar qué tipo de culpa cometió. -¿La Iglesia debe replantear el celibato de los sacerdotes? -Lo está haciendo. La gente se ha olvidado de que los sacerdotes somos seres humanos y tenemos defectos como cualquiera. Algunos piensan que se pueden casar y trabajar bien. Pero no sé cuántos contraerían matrimonio. -¿Le hubiera gustado formar una familia y tener hijos? -Me gustan los chicos y a los que vienen a la parroquia los veo como mis hijos. Es más, de joven tenía una novia y todos los proyectos. Pero ahora no tendría tiempo para atender a una familia. -Y tendría que dejar de atender a los miles de fieles que buscan la bendición para solucionar sus problemas... -Yo no puedo solucionar los problemas de la gente, apenas ayudar a discernir la vida. No despierto la fe sino el entusiasmo que existe dentro de cada uno. Es la gracia de Dios la que soluciona, al permitir descubrir en la persona su capacidad interior para salir adelante. -O sea que usted no cura ni sana. -Ayudo a despertar la fe. Si alguien se siente curado es por la gracia de Dios. El milagro existe cuando Dios obra en cada uno de nosotros. La gracia de Dios es que la gente confía en mí y trato de no fallar al dar respuesta. Eso quizás le falte a los políticos del país. -No se sorprenda si le ofrecen una candidatura, entonces... -Nunca me metería en política.
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