Año CXXXV
 Nº 49.631
Rosario,
lunes  14 de
octubre de 2002
Min 17º
Máx 28º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Si el trabajo continúa, el resultado vale

Leo Graciarena / La Capital

El Mundial Argentina 2002 es historia. El sexto lugar que logró el equipo de Carlos Getzelevich y compañía es una gema para lucir. El equipo nacional peleó de igual a igual con los grandes y logró mantenerse entre los ocho equipos de la elite mundial a fuerza de garra, un enorme corazón y una contagiosa entrega. Argentina volvió a emocionar. Cuando el festejo de la nazionale italiana indicó que la suerte ya estaba echada, el hincha visualizó que el equipo había dejado hasta la última gota de sudor sobre el campo de juego. Pero en un país exitista golpeado por el dolor del ya no ser, ¿sirve un sexto puesto jugando de local?
Para la gente de vóley, la respuesta es automática. Casi visceral. Sí. Sirve y mucho. Ahora habrá que apuntalar el logro. Desde ayer a las 18.40, Argentina igualó su quinta mejor producción en la historia. La estadística del recuerdo sigue encabezada por el tercer puesto en el Mundial 82, la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, el cuarto lugar en los Juegos de Sydney 2000, el Sudamericano de 1964 -en la prehistoria del vóley moderno- y el "uno" en el Panamericano de 1995. Argentina igualó ayer el sexto puesto logrado en Brasil 1990. El Mundial que marcó el retiro de la maravillosa generación de los 80.
Para los que no son "gente de vóley" habrá que explicarles varias circunstancias. Cuando en septiembre de 1993 Daniel Castellani, ex capitán del equipo nacional, se hizo cargo del barco de la ilusión, no existía una selección estable. Dos o tres nombres (Weber y Milinkovic entre ellos) y un grupo de juveniles que se preparaban para lograr el cuarto puesto en el Mundial juvenil de octubre de 1993 en Rosario. No había más que eso. El contexto político interno era de terror. No existía una conducción bien intencionada del vóley argentino. La Confederación Argentina y su pelea a muerte con la Federación Metropolitana se decodificaba en jugadores suspendidos de por vida para jugar con la celeste y blanca. Sí, por ir a la selección un jugador de la Metropolitana podía ser suspendido de por vida. Y eso pasó.

Un lugar en el mundo
Con Castellani se logró un lugar. El ex entrenador comentó hace poco por TV una anécdota que pinta desde donde se viene para lograr este sexto puesto. En 1994, Argentina fue a Atenas a jugar el Mundial con dos juegos de camisetas donadas. No tenían camisetas. Pero ese no era el problema. La Federación Internacional imponía como regla que todos los equipos tuvieran el mismo tipo y color de calzado. Cosa que evidentemente un conjunto que había llegado casi mendigando un pasaje no tenía. Los veedores al chequear el uniforme argentino fueron permisivos con las casacas pero inflexibles con el calzado. Argentina pudo jugar el Mundial gracias a que los jugadores rusos les donaron uno de sus dos pares de zapatillas. Argentina jugó el Mundial con zapatillas prestadas. Desde ese lugar se llegó, ocho años después, a un sexto puesto en el Mundial.
La selección argentina modelo 90 se insertó entre los ocho mejores con un gran corazón. En el Mundial griego, de 1994, fue 13º; al año siguiente ganó los Panamericanos de Mar del Plata; en Atlanta 96 fue octavo; en el Mundial de Japón fue 11º; en la Liga Mundial 99 fue sexto, y ahí terminó el ciclo de Castellani.
El sucesor fue un hombre adicto al trabajo que generó el mejor grupo humano de los últimos tiempos. Ese hombre fue Getzelevich. Desde la Liga Mundial 99, Argentina logró, en los torneos que desvelan a los fanáticos, dos excelentes actuaciones: fue cuarto en Sydney 2000 -dejando a Brasil en el camino- y sexto en Argentina 2002.
Ayer se cerró otro capítulo de la historia. Ahora vendrá un nuevo entrenador. Ya no estarán Conte, Weber, tal vez Elgueta, Ferraro. Milinkovic tendrá su año sabático y volverá para los Juegos Olímpicos del 2004. Pero Argentina no arranca de la nada. Es el sexto mejor equipo del mundo. En el 2003 Argentina deberá afrontar una nueva edición de la World League, los Juegos Panamericanos, Sudamericano, y quizás, un clasificatorio para Atenas 2004. Y será el tiempo de sufrir y disfrutar con el zurdo Darraidou, Giani, Patti, Porporatto. Efrón será el armador. El rosarino Pepe Peralta tendrá su chance de establecerse. Quizás Meana siga siendo el líbero. El Caño Spajic será un veterano. Ayer se cerró un ciclo con la mejor producción en resultados de los últimos diez años: siete victorias y sólo dos derrotas. Un buen punto de partida para seguir apostando en el banco de la ilusión, siempre en celeste y blanco.


Notas relacionadas
Conte, Weber y la última pelota en la selección
Conte: "Esto no me lo voy a olvidar más"
Getzelevich continuaría sólo si cambian algunas cosas
Vóley: Argentina perdió y se le escapó el 5º puesto
Diario La Capital todos los derechos reservados