Año CXXXV
 Nº 49.627
Rosario,
viernes  11 de
octubre de 2002
Min 16º
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cartas
En homenaje a Francisca Calafat

Su nombre se une al de tantos inocentes que perdieron la vida en forma trágica, víctimas de la violencia, entre los que se incluye su propio nieto Mauricio. ¿Hasta cuándo habrá que soportar tamaña injusticia? ¿Hasta cuándo las balas asesinas troncharán vidas plenas de amor, de ilusiones, de rectitud y cualquier vida humana? Ella salió de su casa un 9 de octubre de 2001 para hacer una pequeña compra antes de ir a cobrar su magro sueldo de jubilada, y no regresó más. Allí quedó su frágil cuerpo, tendido en el piso de ese supermercado. Hoy toda su familia extraña inmensamente su presencia cargada de entusiasmo, ejemplos nobles y dedicación. Quienes la conocieron la recuerdan con gran cariño porque supo vivir haciendo el bien. Nos enseñó a seguir adelante a pesar de todo y nos transmitió aquellos valores que lamentablemente faltan en una parte de esta sociedad, y por ello suceden hechos tan terribles. Decimos no a la violencia, sí a la justicia, y agradecemos a Dios que nos sostiene en tan difícil momento.
Elsa, Nilda y Stella Tébere, hijas
de Francisca Calafat y familiares


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