Sin dudas, la crisis que atraviesa la Argentina desde hace más de un cuarto de siglo es una de las principales responsables de la pérdida de la memoria. La innumerable cantidad de problemas que los argentinos deben soportar a diario hace que se dejen de lado hechos o personas que tienen un significado especial para la gente, pero por suerte parece que la historia está cambiando y uno de los hechos que lo certifican ocurrió ayer en el Concejo Municipal, cuando el ex jugador Tomás Felipe Carlovich recibió su diploma de deportista distinguido de la ciudad de Rosario.
Y fue un acto de justicia para uno de los jugadores más emblemáticos de la ciudad. El Trinche para los hinchas o el Mago para sus compañeros fue el amo y señor de la pelota, y junto a Gabino Sosa y Vicente de la Mata, uno de los máximos ídolos de la entidad de la zona sur.
Aunque Carlovich arrancó en Rosario Central, donde llegó a jugar dos partidos en primera división, pasó por Colón y el fútbol mendocino (donde también es considerado un ídolo) su casa es Central Córdoba. Tal vez porque allí pudo seguir siendo el bohemio que todos conocen o porque simplemente fue donde más cómodo se sintió.
Una cita religiosa
El Trinche hizo de los sábados casi una cita religiosa para los hinchas. La presencia de Carlovich era tan importante en el equipo de Tablada que, cuando los charrúas jugaban en Buenos Aires, algunos amantes de la redonda se iban de la cancha si el Mago no había viajado con el equipo. Un argumento más que confirma que para aquellos (José Pekerman y Diego Maradona alguna vez lo destacaron como un jugador excepcional) que tuvieron la suerte de verlo jugar fue uno de los más grandes en la historia del fútbol argentino.
Aunque pasaron muchos años desde su retiro, las gestiones de los dirigentes del equipo de Tablada, y la buena predisposición del algunos ediles de la ciudad, concluyó ayer con un momento inolvidable para el deporte rosarino. Con los hinchas del Matador copando la barra del Concejo, el ídolo recibió su premio y la ovación no se hizo esperar. Hombre de pocas palabras. El Trinche, que vivió sin dudas uno de los momentos más felices de su vida y esta vez fuera de la cancha, apenas pudo agradecer la distinción antes de que se le escaparan algunas lágrimas.
Así, el Trinche recibió después de mucho tiempo el homenaje que se merecía por todas las alegrías que regaló durante tantas temporadas a los hinchas charrúas y a los amantes del buen fútbol. En el año del 150º aniversario de la ciudad. Uno de sus hijos más dilectos fue declarado deportista distinguido y no fue nada más que un acto de justicia.
La Ciudad
