Alejandro Cachari / Ovación
Es difícil encontrar el término adecuado que abarque el concepto que se intenta desarrollar. Se habla de Central y sus vaivenes. De sus cinco fechas sin victorias. De los resultados que no pudo mantener. Del bajón anímico y futbolístico que genera la incapacidad que demostró para cerrar los partidos. El punto más crítico llegó el sábado, cuando no pudo mantener dos goles de ventaja sobre Huracán, un equipo claramente inferior que hizo muy poco para empatar. Si la definición correcta fuera nobleza se correría el riesgo de caer en la involuntaria sugerencia de un equipo inexperto y soso. Si se dijera que Central es ultraofensivo, se podría cometer el pecado de ponderar sólo un aspecto del fútbol y olvidarse del resto, tan importante como el ataque cuando se pretende un conjunto compensado. El término que mejor parece adecuarse al momento que vive el equipo de Menotti es el que eligen la mayoría de los futbolistas: inteligencia; o la carencia de ella para leer correctamente los partidos y tomar los recaudos más convenientes para mantener el resultado. Precaverse no significa transformarse en un equipo defensivo, menos aún despojarse de los principios que se defienden. Las estadísticas marcan que Central estuvo ganando cuatro de los últimos cinco partidos y no pudo mantener el resultado. Dos de ellos (Vélez y Huracán) los terminó empatando; los otros dos (Colón y River) acabaron en derrota. De los últimos 15 puntos, Central pudo cosechar 13, pero sólo sumó 3. No se trata de un capricho ni de una postura insustancialmente crítica sobre el sistema de juego. Menos aún en contra de la filosofía. Es, simplemente, un dato de la realidad que, entre otras cosas, le está quitando al equipo de Menotti todo lo bueno que había conseguido hasta la 6ª fecha, en la que quedó como líder absoluto del torneo. Rápidamente, Central se había acercado a todos sus rivales en la lucha por escaparle a los puestos bajos de la tabla de los promedios. De a poco, sus adversarios van recuperando ese plus que les permitía respirar un aire menos impuro que el que les toca inhalar a los canallas. La campaña aún sigue siendo muy buena. Parece, entonces, el momento correcto para dar el golpe de timón que haga de Central un equipo seguro, difícil de doblar cuando se pone en ventaja; infranqueable, o casi, cuando saca una luz de diferencia. Sobre todo en un fútbol muy parejo en el que un gol es una gran ventaja.
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