Nueva York. - A dos días de las elecciones en Brasil, en las que según las predicciones vencerá el izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva, Wall Street se pregunta porqué no pudo percibir su popularidad y cómo actuará el mercado frente a Brasil bajo su liderazgo. La respuesta a la segunda pregunta se conocerá cuando Lula, si es elegido, nombre a su gabinete económico y establezca las políticas que revelarán si ha moderado sus anteriores puntos de vista radicales.
Las predicciones de Wall Street de que los bonos brasileños registrarían fuertes ganancias en el 2002 resultaron ser desastrosas para los inversionistas que siguieron el consejo. Los precios de los bonos de la mayor economía latinoamericana han bajado un 24% en lo que va del año, mientras que el mercado de deuda emergente ha subido un 2%.
Todo comenzó con lo que ahora parece ser la predicción superficial de que Lula, el eterno candidato del opositor Partido de los Trabajadores, tendría fuerza en el comienzo de la campaña electoral y que ésta se desvanecería después, tal como había ocurrido en las tres elecciones presidenciales previas.
Aún existe la posibilidad de que esta vez también pierda, pero la campaña de este año ha sido, al menos, una llamada de atención para Wall Street. "Desde el comienzo de la campaña, las encuestas de intención de voto mostraron que los votantes brasileños querían un cambio. Yo creo que la gente cerró los ojos a eso", dijo Emy Shayo, analista de Bear.
Una sorpresa doble
Una encuesta informal entre expertos en mercados emergentes mostró que los inversionistas recibieron una sorpresa doble: no esperaban que el gobierno eligiera un candidato tan adusto y poco fotogénico como el ex ministro de Salud, José Serra, y tampoco predijeron que Lula, un ex obrero del sector metalúrgico y ex líder sindical, tuviera un cambio de imagen tan exitoso.
El socialista de pantalones vaqueros que en algún momento dijo que Brasil debía renegociar su deuda, se convirtió inesperadamente en un hombre moderado vestido de traje. En lugar de que se cumplieran las predicciones de que su popularidad decaería hacia el final de la contienda, Lula consolidó su liderazgo.Durante sus ocho años de gobierno, el presidente Fernando Henrique Cardoso dijo a los brasileños que vendrían tiempos mejores si esperaban a que los beneficios de sus políticas empezaran a llegar al segmento más amplio de la población. Wall Street sabía que las políticas de Cardoso acabaron con la hiperinflación y condujeron a una estabilidad macroeconómica sin precedentes.
Por lo tanto, Nueva York restó importancia a las primeras encuestas de intención de voto, que indicaban que los electores querían un cambio para que se cerrara la amplia brecha entre los pobres y los ricos. "Wall Street pasó por alto el hecho de que el electorado no le daría crédito al gobierno de Cardoso por la estabilización de la economía", dijo Lawrence Krohn, jefe de economía para América latina de ING Financial Markets.
"No entendíamos que los votantes penalizarían a la administración por la lentitud con la que la estabilización comenzó a dar frutos en términos de crear empleos y promover el crecimiento económico", dijo Krohn.
Una figura gris
La encuesta más reciente otorgó a Lula una ventaja de un 24% sobre Serra, a quien se le describe en los foros de los inversionistas de Nueva York como una figura más bien gris, sin el encanto ni la sofisticación de Cardoso. "Me sorprendió que Cardoso no pudiera presentar a alguien que fuera al mismo tiempo aceptado por los mercados y ampliamente atractivo para el electorado", dijo Mark Siegel, administrador de fondos de D.L. Babson & Co., miembro del MassMutual Financial Group.
A medida que crecía la popularidad de Lula, la moneda brasileña, el real, se depreciaba y el capital privado salía del país. El real pasó de 2,25 unidades por dólar a mediados de abril, a 3,7 por dólar, y alcanzó a llegar a casi 4 reales por dólar. Esta situación pone al próximo presidente en la situación de tener que actuar rápidamente para restablecer la confianza del mercado y calmar los temores de un incumplimiento en el pago de la deuda del país, de 260.000 millones de dólares.
Quizás, la ventaja sea que dentro de cuatro años, al final del que sería el primer período presidencial de Lula, el mercado no estará sufriendo nuevamente por la incertidumbre acerca de quién es realmente. "O se convierte en un radical después de todo y fracasa y no es reelegible, o será un moderado, en cuyo caso tendrá éxito y el mercado estará complacido", dijo Paul Dickson, gerente de cartera de mercados emergentes de JPMorgan Fleming Asset Management.
"Mi corazonada es que dentro de cuatro años, estaremos más cómodos con el Partido de los Trabajadores. Manejar el país será algo nuevo para ellos, pero han administrado varios estados y gobiernos municipales y han hecho un trabajo relativamente bueno. No vemos crisis en esos lugares actualmente", agregó. (Reuters)