Representantes del gobierno intentarán acordar esta semana con técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) el texto de un preacuerdo que permita conseguir "consenso doméstico" y habilitar la postergación de vencimientos por 18 mil millones de dólares hasta fines de 2003. El ministro de Economía, Roberto Lavagna, retornará hoy de Washington luego de reunirse con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill; el director del Fondo, Horst Köhler; la segunda del organismo, Anne Krueger, y el presidente del Banco Mundial, James Wolfehnson. Pero en la capital estadounidense quedará un equipo negociador encabezado por el viceministro Guillermo Nielsen. Al término de la maratónica jornada de reuniones, el organismo emitió un escueto comunicado en el que insistió con su reclamo para que el gobierno argentino encuentre el "consenso doméstico necesario" para avanzar en tres pautas previas a cualquier acuerdo: el establecimiento de un "ancla monetaria confiable", el control fiscal de las provincias y el fortalecimiento del sector bancario. Aunque las exigencias del organismo no distan demasiado de las que habían expresado sus directivos antes del viaje que Lavagna realizara a Washington para realizar su "campaña de esclarecimiento" sobre la situación económica argentina, el ministro prefirió destacar las señales de distensión en la relación entre el Fondo y la Argentina. Tras la guerra de declaraciones de la semana anterior, el breve comunicado difundido ayer destaca que durante el fin de semana los funcionarios del Fondo mantuvieron "intensas y constructivas reuniones con las autoridades argentinas", y agregaron que "esos esfuerzos continuarán en los próximos días" para asegurar un programa económico sustentable. Una fuente del FMI dijo que en el centro del debate está ponerle punto final a la salida de fondos que soportan los bancos en Argentina. "Necesitamos que cierren sus agujeros en el sistema legal, es ahora una cuestión de habilidad política para lograrlo", dijo. Antes de tomar el avión para volver a la Argentina, el ministro de Economía dijo que lo que se busca ahora es que el Fondo elabore "en papel" las líneas básicas del acuerdo. Sus allegados explicaron que el organismo desistió de su idea de hacer firmar un acuerdo a todos los candidatos y que el "consenso" al que se refiere ahora pasa porque la Corte Suprema se expida sobre el corralito. Lavagna, en compañía de Nielsen y del presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, se reunió ayer con Köhler, Krueger y, horas antes, con el secretario del Tesoro de EEUU, Paul O'Neill. También mantuvo contactos con representantes de Alemania y Japón. A todos repitió el mensaje que intentó instalar durante el fin de semana frente a la comunidad internacional: que Argentina está cumpliendo desde agosto las condiciones para firmar un acuerdo y que sus indicadores macroeconómicos han mejorado en los últimos meses. "Lo que resulta de este viaje es que hemos entrado en una etapa de convergencia y esto ha permitido tomar la decisión, junto con el director del Fondo, de que todo el equipo se quede en Washington", dijo. Según su punto de vista, hubo "una notable mejoría de parte de la comunidad financiera internacional en la comprensión de la situación económica argentina". "Cuando en cada una de las reuniones fuimos presentando los números reales de la economía argentina de los últimos meses, vimos caras de sorpresa", agregó el ministro. El jefe del Palacio de Hacienda señaló que la decisión de que un equipo de técnicos argentinos permanezca en Washington se debe a la necesidad de "poner las cosas en papel, para estar seguros de que las dos partes estamos entendiendo lo mismo". "La gente se queda a trabajar, y si hace falta, yo podría volver a Washington la semana que viene", dijo y aclaró que "habrá que ir viendo día a día, según lo que ocurra en esta sesión de escribir la letra fina del acuerdo, que es en lo que se va a trabajar", dijo. Lavagna descartó que se vaya a establecer un acuerdo de corto plazo que se extienda hasta el final del mandato de este gobierno, previsto para mayo, para que luego el nuevo presidente deba iniciar negociaciones para un nuevo plan de más largo plazo. "En principio estamos hablando de un solo acuerdo, con la idea de que pueda terminar en diciembre del 2003, de manera de que el próximo presidente no tenga que ponerse a negociar inmediatamente sino que tenga tiempo suficiente para organizar sus equipos y política", dijo Lavagna.
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