Año CXXXV
 Nº 49.605
Rosario,
miércoles  18 de
septiembre de 2002
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Desnutrición: Entre la realidad y la esperanza

La malnutrición es el desequilibrio celular entre el suministro de nutrientes y energía, por un lado, y las necesidades de crecimiento, mantenimiento, actividad y funciones específicas del organismo, por el otro.
El trayecto normal de los nutrientes desde el medio ambiente hasta las células del cuerpo, comienza en los alimentos disponibles y termina en el metabolismo final. Cualquier obstáculo en ese trayecto puede producir la malnutrición. Esta tiene signos y síntomas antropométricos, clínicos y bioquímicos claramente definidos, y se puede tratar aumentando o disminuyendo el suministro de nutrientes y de energía.
La primera respuesta del cuerpo al desequilibrio nutricional es la adaptación, pero en caso de estrés grave o prolongado puede fracasar. Los indicadores de malnutrición más aceptados y utilizados son los que se obtienen midiendo el crecimiento de los niños, desde la concepción hasta la pubertad, y determinando el tamaño y la composición del cuerpo de los adultos. El aumento del peso durante el embarazo es un indicador de la salud global de la madre e, indirectamente, del desarrollo del feto.
En general, tres factores importantes determinan la manera en que un individuo logra el equilibrio entre la demanda y la oferta de la energía y los nutrientes necesarios para el crecimiento, el mantenimiento y la actividad: la cantidad y la calidad de los alimentos, el estado fisiológico y de salud, y los factores psicosociales.

Deficiencia en la alimentación
La mayoría de los casos de malnutrición que se observan en períodos de crisis naturales o artificiales se deben a una deficiencia en la ingesta de alimentos, relacionada en los países en desarrollo con una mala alimentación vinculada a enfermedades frecuentes o duraderas o problemas económicos y, en los países industrializados, con causas psicosociales.
Varios factores tienen influencia en el estado de nutrición y el crecimiento del feto. La juventud excesiva o la edad relativamente avanzada de la madre, los embarazos repetidos con menos de dos años de intervalo, la estatura de la madre, las infecciones maternas clínicas y subclínicas, el desequilibrio entre el nivel de actividad y la ingesta alimentaria, la ingesta deficiente de energía (sobre todo en el último trimestre), el tabaquismo y la utilización de diversas sustancias afectan el desarrollo fetal y dan lugar a nacidos de bajo peso.
Alguno de los factores que influyen en el crecimiento durante el embarazo siguen ejerciendo una influencia considerable durante la primera infancia. La salud y la nutrición de la madre regulan el contenido y la cantidad de ciertos nutrientes en la leche materna. A pesar de estar parcialmente protegido, el niño está expuesto a peligros ambientales determinados por las condiciones en las que vive la familia. Estos peligros se multiplican lentamente a medida que gana independencia y movilidad, quedando supeditado a la disponibilidad de alimentos, la higiene ambiental, el tiempo disponible de las personas encargadas de cuidarlo y sus pautas de comportamiento. Todas estas prácticas influyen considerablemente en la nutrición infantil.
Cuando el niño, que cada vez tiene más movilidad, llega al proceso de destete, se ve amenazado por una cantidad creciente de agentes patógenos que resultan de la introducción de alimentos que no siempre están limpios. En un país en desarrollo, los períodos de enfermedad ocupan por lo menos un tercio de la vida del lactante. Cada episodio representa una pérdida o una detención en la ganancia de peso, que habrá que recuperar durante la convalescencia.
Los factores culturales pueden restringir el tipo de alimentos administrados durante la enfermedad, lo que hará aumentar la pérdida de peso y el tiempo necesario para recuperarlo. El cuerpo puede compensar esta situación moderando su ritmo de crecimiento y su actividad, lo cual también reduce la demanda activa de energía del niño.
La disponibilidad de alimentos si bien pueden verse limitadas por factores relacionados con el poder adquisitivo o las posibilidades de producción de la familia, también puede ser resultado de una situación de escasez a nivel regional o nacional, especialmente en ciertas épocas del año.
Estos factores interactúan de maneras diferentes en el individuo, la familia y la comunidad, y el resultado varía en forma considerable según las condiciones geográficas, ecológicas, sociales y políticas, incluso en los países aparentemente homogéneos.
La realidad y la aparente complejidad del fenómeno de la malnutrición hacen que parezca un problema inabordable. No obstante, con una firme voluntad política y con conocimientos técnicos se puede combatir la malnutrición mediante tecnologías de bajo costo actualmente disponibles. Sin embargo ningún sector o disciplina puede actuar por sí mismo. El enfoque multidisciplinario resulta fundamental.
\Mario Groberman \Médico clínico



La nutrición de la madre afecta la leche materna. (Foto: Marcelo Bustamante)
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