Mariano Bereznicki / La Capital
La consigna para esta ocasión era compartida, ya que lo más importante era no perder. Y por lo visto, tanto Adiur como El Torito parecieron entender cuál era el objetivo en común. Pero más allá del empate final en un gol, ambos conjuntos continúan seriamente muy comprometidos con el descenso, tras jugarse ayer la décima fecha del torneo Clausura que organiza la Rosarina. Aunque de seguir mostrando la irregularidad que vienen exhibiendo es muy factible que los dos terminen lamentándose al final del campeonato. Duelo de necesitados. En la cancha había mucho más que los tres puntos que estaban en disputa. Porque el que perdía en esta ocasión estaba prácticamente dando un paso muy grande hacia atrás en la tabla acumulativa del descenso, que sigue teniendo a los dos como protagonistas. Pero al final fue empate y todos parecieron quedar conformes. Mucha actitud mostró El Torito en la primera etapa, cuando fue el dueño total de las principales emociones. Se hizo fuerte en el mediocampo vía Tulián y Reyes, quienes siempre se las ingeniaron para abastecer al peligroso Luciano Abba. Adiur se mostraba como un equipo inofensivo e incapaz de hilvanar una jugaba que pudiera poner en aprietos a su rival, que abrió la cuenta a través de un cabezazo de Abba cuando el descanso estaba en ciernes. Pero El Torito pareció haberse dormido en el complemento. Y de yapa, los aurinegros salieron con todo a buscar el empate. Los volantes visitantes ya no tenían el control de la pelota. Es más, no generaron ninguna jugada en lo que restó del partido. Y Adiur, que ya había creado dos chances muy claras apenas había arrancado el complemento, alcanzó la igualdad vía Vienna. Hasta el final, los locales prosiguieron con el dominio pero no pudieron estirar las cifras. Y a El Torito no le quedó otra más que aguantar y especular con el escaso tiempo que restaba para la culminación del encuentro. En definitiva, el partido fue parejo y pareció haber dejado a los dos conformes con el resultado final. Sumar, aunque sea un punto, era la consigna inicial. Y ambos lo lograron.
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