Pablo F. Mihal / La Capital
Empezar un comentario por el final puede parecer descabellado pero lo cierto es que fue precisamente en esos instantes cuando los 80 minutos (y todo el trabajo realizado) se resumieron a una sola jugada, a una que selló la suerte de uno y otro en un partido muy intenso. Corría ya el tiempo de descuento, Gimnasia se imponía en un ajustado 26 a 25 y Huirapuca se jugó al todo o nada, a buscar ese error que le permitiera dar vuelta la historia. Tuvo su oportunidad, no sólo una vez sino tres veces, las que fueron dilapidadas sistemáticamente y que, a la postre, permitieron que Gimnasia pase de la angustia al festejo. El partido se jugó desde el vamos con un ritmo intenso. Huirapuca sorprendió en los instantes iniciales a los mens sanas y casi de atropellada acorraló a los rosarinos contra su ingoal, llegando a vulnerar su ingoal cuando corría sólo un minuto de juego. Fueron diez minutos donde Huirapuca llevó la propuesta. Atacó con continuidad, impuso los ritmos, mandaba. En medio de un paisaje que pintaba desolador -ya que encima le habían sacado una tarjeta amarilla a Sebastián Bosch- Gimnasia reaccionó. La sanción impuesta al capitán mens sana despertó al equipo y fue precisamente en ese instante cuando se produce un quiebre en el desarrollo del encuentro. Romero Acuña marcó el camino y los mens sanas se animaron a más. Equilibraron la balanza y atemperaron el vendaval de los primeros minutos hasta hacerlo desaparecer. Hubo también momentos de rispideces pero Gimnasia no perdió el control y maniató a Huirapuca, que eligió atacar por el callejón ubicado entre los centros y wines, utilizando demasiado a José Núñez Piossek. Después de aguantar la arremetida de los diez primeros minutos, Gimnasia mostró que con la pelota también sabía hacer grandes cosas. Y lo demostró. Los forwards jugaron un papel importantísimo (se destacaron las figuras de Borrell y Battilana) y los backs toda su capacidad ofensiva. Lorenzo marcó el segundo try mens sana y antes del final Di Sábato aportaba el suyo que estiraba aún más las diferencias. Así Gimnasia se fue al descanso con un marcador favorable de 23 a 13 pero aún restaba mucho camino por recorrer. En el complemento, la presión fue pura y exclusivamente de Huirapuca que se vio obligado a revertir a cualquier precio la tendencia. El local se fue arrimando (ayudado un poco por el hecho de que Gimnasia cayó en una de sus lagunas) hasta quedar a sólo un punto cuando faltaban disputarse 20 minutos. El partido no tenía un dueño cierto y desde el banco se jugaron las últimas cartas. Mientras que Molinuevo y Hourcade quemaron las naves con los cambios, Covella y compañía solo realizaron una sola modificación (y por lesión). El recambio en el local no logró inyectar el aire necesario, y los minutos mientras tanto corrían. Así se llegó el minuto final, el aliento contenido y el festejo merecido. No era para menos, Gimnasia estaba en semifinales.
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