Miguel Pisano / La Capital
Finalmente, el Negro Quinteros jugará esta tarde contra Colón a pesar de la rotura del menisco externo derecho, a la que el médico del plantel profesional canalla, Horacio Leali, eligió llamar curiosamente que "tiene el cuerno del menisco mordido". Ovación accedió al diagnóstico que habla de una "rotura del menisco externo derecho de grado III" y lo publicó en la edición del jueves, a la vez que escribió que la posibilidad más cierta era que el jugador fuera sometido a una artroscopia que le demandaría entre tres y cuatro semanas de recuperación, aunque también advirtió que esa decisión dependía del criterio del médico. Quizá la nota debió haber puesto en tiempo potencial la posibilidad de que el Negro se quedara afuera del partido de esta tarde, aunque este diario no hizo más que obtener la información y publicarla antes de que el propio médico del plantel se las comunicara al técnico y al jugador. Por eso llama tanto la atención el enojo del propio Leali por la nota de Ovacion. Quizá la situación más entendible sea la del jugador, quien inexplicablemente se comió innecesariamente la ansiedad de esperar un día el diagnóstico de su lesión. Tal vez el único cargo que podría hacerle el jugador a este diario es haberse enterado de su lesión recién al día siguiente, aunque esa parece una responsabilidad mucho más propia del médico que de este medio, al que le asiste todo el derecho de preservar su información hasta que esté en letras de molde. Y la que resulta realmente inexplicable es la actitud del galeno canalla, Horacio Leali, quien no estuvo en la ciudad el día que entregaron el diagnóstico, ni llamó por teléfono no para informarle al jugador sobre el grado de la lesión y además se molestó con Ovacion por haber cumplido con su deber de informar a sus lectores, muchos de los cuales son los socios e hinchas que le pagan el sueldo. En realidad, el paciente, en este caso el jugador, es el primero que tiene el sagrado derecho a la información sobre el grado de su lesión, el cual no puede ser escatimado ni siquiera por el médico. Y en el caso del diario, tampoco tiene derecho alguno a retacearles la información a sus lectores. Por más que el médico de Central se enoje por enterarse del diagnóstico por Ovacion.
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