Mauricio Maronna / La Capital
Desde hace más de sesenta días la reforma política santafesina dormita plácidamente en algunos cajones de la Legislatura. Como si nada hubiera pasado, el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo, y aprobado por la Cámara de Diputados, quedó anestesiado en Senadores. La poda a la mitad de los integrantes de los concejos municipales de Rosario y de Santa Fe, la reducción al 2% del presupuesto y la obligatoriedad de publicar la nómina del personal, entre otros puntos salientes, aún no se han plasmado, lo que vuelve a arrojar un manto de sombra sobre la veracidad de las declamaciones de funcionarios y legisladores que se llenaron la boca hablando del "proceso histórico que se abría en la provincia". Mientras en la Cámara alta reposa ese proyecto, en Diputados no se deciden a debatir los mecanismos de democracia semidirecta que incluyen el plebiscito, la revocatoria de mandatos, la iniciativa popular y las audiencias públicas. Ahora que la administración de Carlos Reutemann ingresa en su última fase, y despejado el interrogante sobre un futuro presidencial que congeló cualquier rapto de lucidez política de parte del Poder Legislativo, llegó la hora de aplicar las reformas necesarias e indispensables para intentar reconciliar a representantes y representados. La Cámara de Senadores tiene en sus manos una decisión trascendente para Rosario: achicar drásticamente el costo de la política y devolverle al Concejo Municipal alguna cuota de prestigio. El proyecto que debería convertir en ley el Senado provincial incluye: * Reducción a la mitad del número de concejales (actualmente hay 42). * Obligatoriedad de publicar la nómina completa de quienes trabajan en el municipio. * Publicación de los antecedentes personales y patrimoniales de quienes se desempeñan en cargos políticos. * Las dietas no podrán superar el sueldo del intendente. * Tope presupuestario para el gasto, fijado en un 2%. ¿Qué argumentos más poderosos y prístinos que el proyecto en sí mismo tienen los senadores para demorar la aprobación de la iniciativa? Ninguno. Pese a que desde la oposición se haga hincapié en la mayoría absoluta que tiene el justicialismo en la Cámara para destrabar la cuestión, salta a la vista que no se ejerce la mínima presión, ni siquiera discursiva, para cambiar el curso de las cosas. Es más, a la hora de debatirse la cuestión en Diputados, la Unión Cívica Radical, el Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista Popular votaron en contra. El PSP recuperó la memoria ayer, cuando en una reunión partidaria alzó la voz para que la reforma se ponga en marcha (ver página 7). La clase política santafesina en su conjunto muestra en este tema un espíritu corporativo que la vuelve a disociar de la sociedad, aunque la cuestión aparezca espasmódicamente en los diarios. "La Legislatura ni siquiera se ocupó de ratificar el pacto que suscribió el gobernador con el presidente de la Nación para llevar adelante la reforma política", alertó a La Capital un funcionario del Ejecutivo. ¿Estará de más decir que ese pacto implica la eliminación de las listas sábana? El cajoneo del proyecto puso en el freezer otros anuncios que, con toda la pompa, se habían hecho públicos en la Casa Gris: la habilitación de candidaturas independientes y el cambio del sistema de elección. "Vamos hacia un sistema mixto donde algunos concejales podrán ser elegidos por circunscripción y otros por lista", dijo el ministro de Gobierno, Esteban Borgonovo, el 1º de julio pasado. Pese al reclamo casi unánime de la ciudadanía para bajar los costos y mejorar la calidad de la política, en Santa Fe nada parece haber cambiado. Si "el que se vayan todos" es una frase incumplible y hasta "pro golpista", según algunas interpretaciones, el laissez faire se convierte en una opción no menos suicida. Si de la crisis se sale únicamente con más y mejor política, está claro que es indispensable cambiar el rumbo. ¿A quién le sirve un Concejo Municipal con 42 ediles que solamente gana espectacularidad en base a escándalos recurrentes? ¿A quién le sirve una Legislatura con 69 miembros cuyo único tono parece ser la opacidad? Produce escalofríos pensar que los santafesinos tendrán que dirimir nuevamente quiénes serán sus representantes entre una maraña de boletas y nombres tapada por una esperpéntica ley de lemas que actúa como mantel protector. Autoexcluido de la pelea presidencial, Reutemann es el único capaz de sacudir de la modorra a sus legisladores. Del mismo modo que cortó de cuajo el internismo entre dos de sus ahora ex ministros y varios de sus legisladores, el hombre de los enésimos "no" debería romper el letargo corporativo de quienes se resisten a creer que, desde el 20 de diciembre de 2001 hasta hoy, no ha cambiado nada.
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