Año CXXXV
 Nº 49.595
Rosario,
domingo  08 de
septiembre de 2002
Min 4º
Máx 15º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Análisis político
Un poder a futuro

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

"Es una situación que ya aconteció en 1994. El tiempo transcurrió y la verdad se va acercando. Es algo que se había comentado en su época, pasó el tiempo y se sabrá la verdad por lo que lleva adelante la Justicia".
Mientras se afianza la idea de que el Vaticano no dejará volver a monseñor Edgardo Storni al trono de la curia santafesina crecen los temores en los más altos niveles de Roma por lo que entienden es una inminente internacionalización del caso del primer y hasta ahora único obispo latinoamericano acusado de abusos sexuales. Una cuestión por demás urticante para el Vaticano, que se enfrenta con decenas de hechos similares en los Estados Unidos.
Una fuente bien informada le dijo a La Capital que desde la geopolítica vaticana es quizás más grave lo de Storni que lo de los obispos estadounidenses por el hecho de que el país del norte no es católico y en la Argentina y toda Latinoamérica la Iglesia Católica tiene un poder religioso pero también terrenal que no está dispuesta a someter a los vaivenes de esta clase de escándalos en momentos en que la dirigencia de todos los niveles está muy cuestionada en todo el subcontinente, máxime en nuestro país.

Un escándalo bajo la alfombra
La fuente dijo conocer que conjuntamente a la decisión de alejar a Storni de la conducción del Arzobispado de Santa Fe se habría resuelto intentar disminuir en todo lo posible los niveles de exposición del escándalo y para ello hay una sola manera de hacerlo que es demorando (recusaciones mediante u otros artilugios leguleyos) cualquier resolución judicial o lisa y llanamente negociar que éstas no arrojen resultados positivos o arrojen ningún resultado.
En este contexto las primeras declaraciones del gobernador Carlos Reutemann refiriéndose al affaire que sacude a la Iglesia Católica santafesina y diciendo que "la verdad se va acercando" adquieren un tono que ciertamente lejos está de sonar meramente circunstanciado.
Lo que en otro momento hubiese aparecido como un mero lavado de manos de parte del gobernador importa toda una definición enteramente acabada. ¿Qué lo lleva a decir que la verdad se está acercando? ¿Exactamente a qué se refiere con esa expresión? O, en todo caso, ¿qué verdad es la que se está acercando? \Antes de intentar responder estos interrogantes quizá no resulte un ejercicio ocioso advertir desde qué lugar Reutemann habla últimamente cualquiera sea la cuestión a la que se refiera. Y finalmente, cómo actúa.
En pocos días han pasado por su despacho candidatos presidenciales y encumbrados dirigentes nacionales. Una hora y media estuvo conversando a solas con Ricardo López Murphy y nadie puede aducir en homenaje a la sensatez que tanto tiempo demandó un mero intercambio de saludos protocolares.
Otro tanto demandó al secretario de Seguridad nacional repasar con el gobernador el mapa delictual del país y los niveles de inseguridad a que están expuestos los argentinos. Reutemann pregunta todo el tiempo qué sucede en cada recóndito lugar de la Argentina e incluso se hace informar, a veces por vías directas, lo que sucede en el exterior respecto de la Argentina.
¿A qué se debe que un gobernador de provincia, aunque se trate de la de Santa Fe, inquiera por cuestiones que suenan prima facie tan ajenas como lejanas a sus funciones? Reitera el gobernador que la tarea cotidiana de gobernar su territorio es un esfuerzo en demasía. ¿Por qué entonces alguien que sólo admite querer concluir su gestión en curso en la esfera provincial sin otro objetivo paralelo toma estas actitudes? \

El ejercicio de la palabra
Difícil es conseguir una respuesta del propio Reutemann. Acostumbrado como está a usar la dialéctica política como si fuera un consumado experto. De hecho ha dicho que no leyó el libro en boga, de la escritora Olga Wornat, pero demostró conocer en detalle la relación que ésta le atribuye con monseñor Storni. En rigor de verdad, el Lole no leyó el libro y no mintió al decir que no lo hizo. Leyó minuciosamente el capítulo dedicado a la Iglesia santafesina pero no había dicho que no leyó el capítulo como tampoco afirmó que no conoce a la autora. Jamás desmintió siquiera la invitación a un fin de semana que según ésta dijo le formuló tiempo atrás el gobernador y por la cual pasó unos días en sus campos, cuando todavía escribía la obra que levantó tanta polvareda.
¿Sabía Reutemann de antemano que la autora del libro sobre la vida privada de Carlos Menem relataba la más escabrosa historia secreta de la ciudad de Santa Fe? Sólo se puede aventurar que tratándose de una cuestión sobre la que cualquiera adivinaría sus implicancias en todos los niveles haya podido interesarse. Al fin de cuentas cuando se tienen invitados en casa la conversación más trivial comienza inquiriendo en qué anda nuestro huésped, con lo que una elemental deducción ante esa pregunta supuestamente formulada por Reutemann a Wornat nos hace pensar que ella lo haya impuesto del que era en ese momento su más ambicioso proyecto.
El propio gobernador llegó admitir alguna vez que quien fuera su principal hombre de confianza y operador más activo en el mundo de los negocios y, posteriormente, de la política, Domingo Cutuli, era un hombre estrechamente vinculado al Vaticano. Ello fue confirmado a este diario por el ya desaparecido Cutuli durante una conversación en que refirió que ostentaba alguna clase de representación de Roma, dando a entender que el poder eclesiástico era para el político Reutemann un invalorable respaldo.
Reutemann supo cosechar en Europa relaciones políticas, empresariales y económicas de altísimo nivel y desde su irrupción en la política argentina se ha granjeado el respeto de las más altas esferas norteamericanas e internacionales. Quizá no haya, hoy, otro dirigente argentino que reúne fuera del país tal grado de aceptación. Y precisamente, desde esos ámbitos es donde sus dichos y hechos son seguidos con atención.
Decir que Reutemann es al menos desde el oficialismo el político argentino más importante fuera de las fronteras del país puede sonar una exageración pero deja de parecerlo no bien se conocen algunos de sus contactos, los llamados que recibe, las consultas que le formulan.
Lo que está apareciendo con nitidez ahora es que Reutemann ha comenzado a construir un poder a futuro que lo acerca a convertirse en uno de los hombres más importantes (si no el más) dentro del país. Algo que niega enfáticamente tanto como lo halaga. Esto también suena sobrestimado, sin embargo, resulta observable que el gobernador de Santa Fe se ha convertido no sólo en hombre de consulta obligada para propios y extraños sino que sus opiniones despiertan cada vez más reacciones que conmocionan la faz política del país. Como cuando mencionó, al pasar en una vereda y al salir de un revisión médica, la posibilidad de una aplicación extraordinaria de un sistema similar a una ley de lemas para las próximas elecciones. Todavía se discute en torno a la cuestión.

Las internas: ser o no ser
Reutemann duda seriamente si habrá elecciones internas en su partido. La orden que bajó esta semana que pasó a los senadores provinciales del justicialismo que lo fueron a consultar es que sean pacientes y que, en la medida de sus posibilidades, no se jueguen por ninguno de los candidatos en danza todavía. El tampoco lo hará. Paralelamente ratifica y lo seguirá haciendo que él no será candidato a presidente. Con un país al borde de la disolución social como la Argentina la preocupación central de su dirigencia debería apuntar a reconstruir las bases de una convivencia en la que pobreza, desocupación y delincuencia dejen de ser la principal cadena productiva nacional.
En la materia, el gobernador de Santa Fe tiene una frustración que es no haber podido articular hasta ahora el gran acuerdo que diera sustento al gobierno de concertación nacional del que hasta no hace mucho hablaba y en el que imaginaba a oficialistas y opositores que todavía mantienen algún grado de respeto por parte de la sociedad emulando a los españoles en La Moncloa.
Aun así piensa que por una u otra vía ese momento se impondrá aunque cuanto más demore más doloroso y difícil podría resultar. Si esto piensa Reutemann es verosímil su actitud de ubicarse por encima de todas y cada una de las coyunturas del momento estando atento al conjunto de ellas, haciendo que cada protagonista de la vida nacional venga a sí. Y si no, basta advertir que han pasado por su despacho desde los candidatos peronistas, llámense De la Sota, Kirchner y el propio Menem -que lo visitará el 20-, a radicales como Raúl Alfonsín u otros candidatos como el propio López Murphy por sólo contar quiénes han sido visibles y sin tener en cuenta quiénes saturan a toda hora los dos celulares con los que maneja el mandatario provincial.
Está claro que Reutemann no conduce hoy como un mero gobernador de provincia. Cada actitud y cada dicho suyo parecen orientarse en esa dirección. El dijo lo que nadie hasta ahora respecto al affaire Storni: "Es una situación que ya aconteció en 1994. El tiempo transcurrió y la verdad se va acercando. Es algo que se había comentado en su época, pasó el tiempo y se sabrá la verdad por lo que lleva adelante la Justicia", sólo por citar el ejemplo más actual.
Aun así la pregunta del millón sigue siendo: ¿hacia dónde va Reutemann?



(Ilustración: Chachi Verona)
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados