Año CXXXV
 Nº 49.595
Rosario,
domingo  08 de
septiembre de 2002
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Las pinturas y fotos de un olvidado
La labor del pintor y arquitecto Augusto Ferrari llama a hacer una crítica reflexión

¿Quién fue Augusto Ferrari? En un país donde casi todo parece olvidable, la pregunta no sólo se vuelve necesaria contestarla sino que tiene que servir de cuestionamiento para los encargados de estudiar y difundir la cultura argentina. En esta ocasión, su hijo -el artista León Ferrari- reaccionó contra la amnesia nacional para presentar una exposición en el Centro Cultural Recoleta donde mostró la intensa labor de su padre como pintor y arquitecto, y las menos conocidas fotografías, que resultan igualmente sorprendentes.
Augusto Ferrari (San Posidonio, Italia, 1871-Buenos Aires, Argentina, 1970) fue uno de los pintores de panoramas más apreciados en su tiempo en Italia y en el país, además de notable arquitecto y pintor de iglesias. Panorama es el nombre con el que se conoció a una combinación de gigantescas pinturas que ocupaban todas las paredes de una sala circular. Las telas podían tener 2000 metros cuadrados y representaban paisajes o hechos famosos, que el espectador observaba desde una plataforma central. Entre él y la pintura mediaban objetos reales que añadían verismo al tema tratado.
La exposición que fue presentada en Recoleta y será presentada en diversos museos del país recorre fotográficamente el panorama "La destrucción de la ciudad de Messina"; las pinturas de iglesias y los modelos que fotografía para realizarlas, y las obras arquitectónicas, además de varios proyectos imaginarios y algunos cuadros.
En la obra de Ferrari, que está entre el realismo y el lirismo, el rigor técnico producto de su aprendizaje académico se mezcla con cuestiones lúdicas. Algo que se nota particularmente en las fotografías, donde el arquitecto y pintor decide posar en ocasiones solo, con su esposa o utilizar a parientes para dramatizar escenas, con disfraces incluidos, que luego tomaría con la cámara.
Augusto Ferrari vivió casi un siglo. Nació en 1871 cerca de Módena, Italia, y murió en 1970 en Buenos Aires. A instancias de su padre estudió y se recibió de arquitecto en 1892, pero dejó por más de veinte años esta profesión, para estudiar pintura en Turín.
Con su maestro Giacomo Grosso realizó en 1906 un panorama sobre la batalla de Turín y en 1909 otro sobre la batalla de Maipú, que participó de los festejos del centenario de 1919 en Buenos Aires. Pero su mayor panorama, de la que es autor, es sobre el terremoto de Messina en 1908, que de 124 metros de largo por 15 de alto inauguró en 1910 en Turín.

Su viaje a la Argentina
En 1914 viajó a la Argentina, para realizar dos panoramas más con motivo de la independencia nacional: de la batalla de Salta (expuesto en Buenos Aires) y de la de Tucumán (expuesto en esa provincia). Pero en 1921 tras refaccionar y decorar la iglesia de San Miguel (pintó 120 cuadros) y luego de un breve lapso en Italia donde se dedicó durante cuatro años a la pintura de caballete, regresó al país para quedarse. Y luego de exponer en la galería Witcomb la obra que trajo de Europa, volvió a su vieja profesión sin abandonar la pintura: pinta en los templos que construye y, por placer, flores y retratos de amigos y vecinos que nunca expone, sino que regala.
Desde entonces, tuvo una intensa actividad como arquitecto por encargos de la Iglesia. En 1927 construyó el claustro de Nueva Pompeya, y en los años siguientes inició una serie de de iglesias y capillas en Córdoba: la del Sagrado Corazón de lso padres Capuchinos, la capilla de las Hermanas de Nuestra Señora del Huerto y la capilla y el colegio de las Hermanas de la Merced, en la capital provincial, y también las iglesias de Villa Allende, Unquillo y Río Cuarto.
En Villa Allende construyó asimismo una decena de casas entre las que se distinguen "La Cigarra" y "El Castillo", de acuerdo a un original eclecticismo que caracterizó sus obras.
De regreso en Buenos Aires, en los 60 trabaja en la supervisión arquitectónica y dirección de obra de la Abadía de los Benedictinos, mientras realiza algunos anteproyectos que no se concretan. También en los últimos años, con la libertad de no tener encargos, imagina en la mesa de dibujo perspectivas de varios templos que dedica a sus nietos y a la ciudad donde nació.
Ferrari recibió la atención de la prensa y, salvo excepciones, el silencio del mundo académico.



El artista y su esposa con disfraces para una foto.
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