Año CXXXV
 Nº 49.595
Rosario,
domingo  08 de
septiembre de 2002
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"Novelista es alguien que vive y observa"
Para escribir sobre la "reina" del tráfico de drogas Pérez Reverte estuvo en México entre rondas de tequila

Claudia Regina Martínez

Tiene la mirada intensa y el apretón de manos firme de quien lleva recorrido mucho mundo y no siempre en las mejores condiciones. A los cincuenta años, el español Arturo Pérez-Reverte se enfrenta con tranquilidad al ajetreo que significa promocionar un nuevo libro, porque sabe que pronto volverá al mar, a navegar, y que pasará una larga temporada trabajando en su próxima novela lejos de flashes y periodistas.
En "La reina del sur" (Alfaguara), cuya primera edición de 275.000 ejemplares acaba de salir a la calle, el ex corresponsal de guerra convertido en el escritor en español más leído del mundo, cruza el Atlántico por primera vez para contar, una historia desde el punto de vista de una mujer.
Su heroína es Teresa Mendoza, viuda de un narcotraficante de Sinaloa, Estado del norte de México, que se convierte en reina del tráfico de drogas en el estrecho de Gibraltar.
"De pequeño traduje la Ilíada y la Eneida -recordó-, lo que me dejó la imagen de un soldado en territorio hostil que intenta volver a su tierra. Y la mujer es el soldado en territorio enemigo por excelencia. Vive en territorio hostil, en un mundo de hombres. Su combate, su crueldad, su silencio, su soledad, su muerte y su vida son muy potentes narrativamente y simbolizan el viaje al corazón del ser humano".
Para crear el personaje de la joven mexicana, Pérez-Reverte observó a las mujeres durante mucho tiempo. "Un novelista es una persona que ha leído, que imagina y que ha mirado. Me he pasado la vida mirando a madres, esposas, amantes, hijas, abuelas. Sé que la mujer es diferente al hombre, que en la mujer hay una serie de elementos de lucidez, de memoria genética y de postura ante la vida que el hombre no tiene".
La historia de Teresa Mendoza tomó forma en la cabeza de Pérez-Reverte cuando escuchó "Camelia, la Tejana". La canción de tres minutos ambientada en el mundo violento del narcotráfico en la frontera entre México y Estados Unidos fue el disparador de "La reina del sur. Quería contar la historia de una mujer. Si esa mujer viviera en Madrid y fuera dependienta de El Corte Inglés, su vida sería monótona. Pero un mundo masculino como el del narcotráfico me permitía contar una historia mucho más potente", explicó.
Una vez más, como ya hiciera con "La carta esférica" (2000) o "La piel del tambor" (1995), acudió a los escenarios reales para documentarse. La agenda de su época de reportero le sirvió de punto de partida.


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