Un estudiante universitario de 20 años fue baleado a quemarropa por un oficial del Comando Radioeléctrico que lo confundió con un delincuente en Centeno casi esquina Mitre, en la zona sur de la ciudad. La víctima recibió una perdigonada que le fracturó el brazo izquierdo y también le lastimó el hombro y parte del torso. El ataque ocurrió a escasos metros de donde se encontraba el padre del muchacho, que fue testigo directo del increíble fusilamiento. El incidente también fue presenciado por vecinos de la cuadra, muchos de los cuales increparon duramente a los uniformados, que tras algunos balbuceos terminaron admitiendo que todo se trató de un error.
Mauricio Chumba Aguirre, el muchacho baleado, quedó tendido en la vereda y los propios policías involucrados en el hecho lo trasladaron dentro de un móvil hacia el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca). Según contaron a La Capital familiares y vecinos del muchacho los policías estaban azorados y no sabían qué explicación ofrecer. Primero dijeron que habían confundido a Mauricio con un presunto delincuente que huía en motocicleta junto con un cómplice. Después dijeron que se les había escapado accidentalmente un tiro y hasta llegaron a manifestar que el oficial gatilló sin querer su Itaka al tropezar en la calle.
La teoría de la confusión que adujeron los policías tiene varios puntos inverosímiles. Mauricio no estaba en "actitud sospechosa", ya que caminaba normalmente y llevaba consigo la carpeta y material de estudio. Se dirigía a la Universidad del Centro Latinoamericano (Ucel) de Pellegrini al 1300, donde estudia para ser martillero público. Además, según contaron los testigos, los policías ni siquiera dieron la voz de alto. Llegaron a toda velocidad con el móvil, entraron en contramano por Centeno y, en una reacción tan incomprensible como arriesgada, uno de los uniformados descendió y inmediatamente disparó un itakazo sobre el muchacho.
Todo se habría coronado con un tibio pedido de disculpas cuando el joven ya estaba internado en el Heca. Para Facundo, el papá de Mauricio, no hay pedido de disculpas o justificación que valga. "Una cosa es que lo cuenten y otra que veas el fusilamiento de tu hijo. Son unos animales, tiraron a matar, por nada", afirmó mientras esperaba novedades sobre la evolución del joven en el hospital.
El auto no funcionaba
Eran las 18.40 del viernes. Facundo y Mauricio, quienes viven a 50 metros de donde ocurrió todo, decidieron llevar uno de los dos autos de la familia al taller mecánico ubicado a mitad de cuadra en Centeno entre Sarmiento y Mitre. Padre e hijo llegaron hasta el establecimiento empujando el coche que no funcionaba. Facundo contó que el vehículo lo había comprado hace un tiempo para que Mauricio y María Fernanda, su otra hija, pudieran movilizarse de noche para ir a estudiar. "Me rompí el lomo trabajando para que estudien y estén seguros. Ahora ocurrió esto", se lamentó el hombre, mientras trataba de contener las lágrimas.
Una vez que dejaron el coche en el mecánico, Facundo se quedó en la puerta del taller y Mauricio emprendió viaje hacia la Ucel, donde debía asistir a clase. Como se le hacía tarde, su padre le sugirió que se llevara el otro auto de la familia, un Renault 12 que estaba estacionado casi en la esquina de Mitre y Centeno.
Mauricio salió caminando hacia Mitre. Mientras se desplazaba por Centeno se cruzó de vereda y cuando había puesto un pie sobre el césped verde de la vereda norte apareció en escena un patrullero del Comando Radioeléctrico (el número 2130 ó 2230, según los testigos). En su interior estaban el sargento Pérez, frente al volante, y el oficial ayudante Farkley como acompañante. Al parecer los policías estaban detrás de dos delincuentes que venían escapando en moto por calle Centeno.
Facundo y algunos vecinos de la cuadra fueron testigos de una acción incomprensible que no sólo casi provoca la muerte de Mauricio sino que también pudo haber causado un saldo mayor de víctimas inocentes. "A esa hora la calle está llena de gente y chicos que juegan en la vereda. Unos pocos metros más atrás de donde se desplomó el pibe venía una mujer con dos nenitas que se salvaron de milagro", comentaron enfurecidos dos vecinos de Centeno al 1100.
El móvil apareció por Mitre y al llegar a Centeno se metió en contramano unos diez metros. Clavó los frentes frente al muchacho y el oficial Farkley descendió Itaka en mano y directamente abrió fuego sobre Mauricio que cayó ensangrentado al piso. Las manchas de sangre permanecían ayer a la mañana como un rastro elocuente de las heridas sufridas por el estudiante.
La desesperación se apoderó de quienes presenciaron el episodio. "Qué hacés con mi hijo, asesino, lo mataste", gritó Facundo y en un segundo se abalanzó sobre los uniformados. La reacción de otros vecinos fue instantánea. Gritos de auxilio e insultos hacia los policías cubrieron la esquina mientras más móviles policiales llegaban al lugar.
Facundo recordó que menos de dos minutos después del disparo la policía detuvo a dos jóvenes que iban en moto. "Venían por Centeno y se los llevaron detenidos delante nuestro", agregó el hombre. Lo primero que atinaron a hacer lo uniformados fue trasladar al herido al Heca. Después, los padres del muchacho escucharon varias excusas. "Me equivoqué, tropecé con una piedra, se me escapó un tiro", fueron las distintas versiones que escucharon durante la noche mientras los médicos atendían a Mauricio.