Esteban Bayer
Hamburgo. - El sencillo edificio amarillo de cuatro pisos en la calle Marienstrasse, en uno de los barrios industriales de las afueras de Hamburgo, sigue teniendo una vivienda desierta, la del primer piso a la izquierda. De vez en cuando algún curioso se queda parado y la señala a escondidas, como quien hace algo peligroso y explica que aunque las apariencias engañen, esa casa tiene una estrecha relación con los atentados del 11-S. A los vecinos les cuesta creer hasta hoy que este insospechado lugar era la base de operaciones de una "célula durmiente" de la red terrorista de Al Qaeda, que aquí vivieron tres de los pilotos que comandaron los aviones estrellados, que en este barrio en el que nunca pasa nada se fraguaron los planes de la "Guerra Santa" desatada hace doce meses contra Estados Unidos. * Pilotos kamikaze. Los desapercibidos estudiantes de la Universidad Técnica de Harburg resultaron ser Mohammed Atta, el piloto del avión que se estrelló contra la Torre Norte del Trade World Center de Nueva York, Marwaan el-Shehhi, el piloto del avión que poco después destruyó la Torre Sur, y Ziad Jarrah, que comandaba los secuestradores del avión que se estrelló en Pittsburg. En total fueron siete los hombres que conformaban la célula terrorista en Hamburgo, según cree saber la policía alemana. Tres de ellos, los pilotos, perecieron en los atentados. Dos miembros del grupo, Zakayriya Essabar y Ramzi Binalshibh, también recibieron instrucción como pilotos de aviación y debían integrar los comandos suicidas, pero a última hora no alcanzaron a recibir el visado para entrar a Estados Unidos. Ambos pasaron a la clandestinidad poco antes de los atentados y buscaron refugio, aparentemente en Pakistán o Afganistán, lo mismo que el tercero de los hombres buscados internacionalmente, Said Bahaji, considerado el responsable logístico de la célula. Desapareció inmediatamente después de los atentados y su esposa afirma en Hamburgo que "se fue a Pakistán a realizar unos trabajos prácticos relacionados con sus estudios de electrotécnica". Nunca más se supo de él. El restante involucrado, el marroquí Mounir el Motassadeq, está preso, arrestado poco después de los atentados y al que la fiscalía alemana acusa de haber sido el contador del grupo, el que tenía un poder sobre cuentas bancarias y hacía transferencias para financiar las actividades, por ejemplo los cursos de aviación que cinco de ellos hicieron en Estados Unidos. Los hombres, de entre 23 y 33 años de edad y originarios de Marruecos, Egipto, Emiratos Arabes, Líbano y Yemen, se conocieron en Hamburgo, ciudad a la que habían llegado independientemente como asilados políticos o estudiantes. * Estudiantes islámicos. De acuerdo con la versión oficial de la fiscalía germana, empezaron a conocerse a mediados de los años 90 en la Universidad Técnica de Harburg, donde crearon un grupo de estudios sobre el Islam, con apoyo del centro de estudiantes. Con el tiempo se fueron radicalizando y en 1999 surgieron los planes de realizar atentados contra Estados Unidos. El grupo era observado por la policía de investigaciones alemana, que sin embargo no detectó sospechas de lo que estaban tramando. En dos grupos separados viajaron a Pakistán y Afganistán en 2000, donde recibieron instrucción militar y religiosa en "campos de entrenamiento mantenidos fundamentalmente por la red de Al Qaeda de Osama Bin Laden", dice el último informe de la fiscalía germana. Meses después, algunos de ellos empezaron a viajar a Estados Unidos para realizar cursos de aviación en Miami y ultimar los detalles de los atentados, para lo cual el líder del grupo, Mohammed Atta, se entrevistó por última vez con Ramzi Binalshibh en julio de 2001 en Tarragona, España. De aquella fecha data la frase de uno de los pilotos suicidas, Marwan Al-Shehhi, quien a una mujer posteriormente indagada por la policía le dijo que se preparara porque "va a pasar algo en América, van a morir miles", mencionando en la oportunidad el World Trade Center. Era el aviso de lo que iba a pasar. En la investigación de la "pista alemana" de los atentados quedan aún muchos espacios en blanco, como acaba de reconocer en estos días Kay Nehm, el fiscal general. A partir de octubre empieza el juicio público contra Mounir Motassadeq y allí tal vez pueda reconstruirse el accionar del grupo en torno a la Marienstrasse en Hamburgo. (DPA)
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