No sólo al vicario general, Hugo Capello, los feligreses no lo quieren tener cerca. Al vicario para la Educación, Mario Grassi, tampoco. Así quedó claro en la autoconvocatoria de padres de alumnos del colegio Guadalupe de la que el sacerdote imputado de coacciones agravadas por la Justicia es su asesor legal. Cerca de un centenar de padres se reunieron espontáneamente ayer a la siesta en las instalaciones del club Banco Provincia movidos por dos preocupaciones. Exigir que la línea pastoral, orientada por el desaparecido padre Trucco, en la que venían siendo educados sus hijos se mantenga inalterable y "que las autoridades cuestionadas den un paso al costado". "Queremos que a la Iglesia y a la educación de nuestros hijos las conduzcan personas moralmente idóneas", dijeron los padres. Denunciaron también que son muchos más los padres que apoyan el planteo pero que "no han asistido a la asamblea por temor a represalias sobre sus hijos y porque habrían existido amenazas veladas", sin descartar que de comprobarse éstas últimas se formalice una denuncia en la Justicia.
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