Gabriel González / La Capital
Siete años después de haber dado el primer paso, los cooperativistas que le dieron vida quieren hoy refundar el Banco Bisel, la entidad financiera que administra el Banco Nación tras la salida del país de los franceses del Credit Agricole. La iniciativa ya fue presentada a las autoridades del Banco Central y del directorio del Nuevo Bisel que pilotean el proceso de transferencia de la entidad, y están impacientes a la espera del pliego de condiciones para lanzar la oferta económica.
La propuesta es impulsada por cinco de los seis socios cooperativos del grupo francés que pegó intempestivamente el portazo cuatro meses atrás. Son de la partida Carlos Pellegrini, de la localidad del mismo nombre; De las Comunidades, e Independencia, de Carcarañá; Núcleo, de Chabás, y De los Arroyos, de Santa Teresa; que efectuarán una oferta para quedarse con el Nuevo Bisel. Aunque están dispuestos a llegar al final del proceso por sí mismos, mantienen contactos con sectores empresarios de la región, para sumar socios.
Los cooperativistas fundaron el Banco Bisel en 1995 cuando arreciaba la crisis del tequila y un año después desembarcó el Credit Agricole, quien más tarde iba a asumir el control accionario. Al formarse el Nuevo Banco Bisel, controlado por medio de un fideicomiso del Nación, las tenencias accionarias de los cooperativistas fueron a parar a un Bisel residual, controlado por los franceses.
A principios de mes, el Credit Agricole acordó la compra de las acciones de las cooperativas por una suma cercana a los 10 millones de dólares. Con ese plafond y el intangible de poseer un estrecho contacto con los pueblos agrícolas del interior santafesino y la cadena de comercialización, tomaron la decisión de proseguir en la actividad reinvirtiendo en el que fuera su propio banco.
Los cooperativistas están dispuestos a dar pelea no bien se den a conocer las condiciones de traspaso, pero también se preparan para jugar fuerte en el escenario público regional, con el objetivo de convertir la iniciativa en una patriada.
La campaña incluye publicidad callejera, folletos para difundir el proyecto, contactos cara a cara con los empresarios de la región y la propia comunidad ligada a la actividad cooperativa. Durante el fin de semana, empezaron a empapelar la ciudad con carteles promocionales, pasado mañana se reunirán en la sede de la Fundación Libertad con empresarios y el jueves en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia con cooperativistas de base y trabajadores.
En diálogo con La Capital , Omar Trillo, presidente del banco hasta julio de 2001 y titular de la Cooperativa de los Arroyos, y Martín Ojea Quintana, hasta hace pocos días gerente del Bisel que ahora actúa como vocero del grupo, detallaron las características del proyecto.
Sin dejar de admitir lo difícil que resultó recuperar la iniciativa luego de ser sorprendidos por la abrupta salida del Credit Agricole ("Jamás imaginamos que los franceses nos iban a dejar colgados", confiesa Trillo), del balance de los últimos siete años rescatan el aporte galo de management y capital que les permitió acceder al know how de hacer negocios de mayor envergadura pero lamentan que en esa transformación se hayan desvirtuado algunos preceptos básicos que le dan fuerza a la actividad cooperativa.
Los cooperativistas plantean que es necesario asegurar una salida diferente a la del Scotiabank, porque "el Bisel es una unidad regional y sería un error fatal desguazarlo. Significaría perder un factor económico gravitante y a la vez un empleador potente". De paso, recuerdan que en la casa matriz existen 720 fuentes de empleo que se resignarían ante un eventual desguace (ver aparte).
Otro factor que les preocupa es el tiempo, porque aún no están puestas sobre la mesa de negociaciones las condiciones de otorgamiento que estipulará el Central para sacarlo a la venta. "El Nación jugó un gran papel y si hoy el banco tiene las puertas abiertas es gracias al salvataje. También los clientes demostraron su gran fidelidad, pero hay que enterrar cuanto antes el pasado para volver a construir", enfatiza Ojea Quintana.
El paso del tiempo puede significar entonces el deterioro de la unidad de negocios a transferir, reflexionan los cooperativistas. Si bien el Nación ya puso en marcha una mesa de consultas para atender las inquietudes de los potenciales interesados, sostienen que es necesario ir rápidamente a una etapa posterior, en la cual se especifiquen las eventuales líneas de redescuentos que se dispondrán para asegurar liquidez, franquicias para constituir capital y requisitos mínimos de liquidez, y un horizonte a dos o tres años de plazo.
Más allá de sostener que con el paso de los días el proyecto de impulsar un nuevo banco puede perder fuerza, los cooperativistas advierten que está próximo a vencer el plazo máximo de suspensión para el viejo Bisel (el 17 de septiembre), a partir de lo cual comenzará a tener ingerencia el liquidador sobre los bienes y eso podría complicar un proceso de separación de activos que hoy se podría hacer sin ningún problema y a elección del comprador.
Los cooperativistas mantuvieron negociaciones con empresarios de la región que se mostraron interesados en sumar capital. Los nombres se mantienen bajo reserva pero sí se consigna que son hombres de negocios ligados al core business del banco: el agro. De todos modos, aclaran que esta búsqueda de alianzas corre por un carril separado a los encuentros piloteados por el vicegobernador Marcelo Muniagurria en Capital.
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