Año CXXXV
 Nº 49.576
Rosario,
martes  20 de
agosto de 2002
Min 3º
Máx 13º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Un grito de punta
Los delanteros volvieron a marcar goles

Fernando Gabrich / Ovación

Debieron pasar cinco fechas para que los delanteros de Newell's volvieran a gritar. Y vaya si lo hicieron. El juvenil Nicolás Saucedo había sido el último en su puesto en anotar un gol de Newell's. Fue en la fecha 18ª del pasado Clausura 2002 ante Nueva Chicago. Pero el domingo la historia se revirtió ante Talleres. Festejaron los hombres de punta. Mauro Rosales, Lisandro Sacripanti y Federico Lagorio se dieron el gusto de romper con el maleficio. Y también festejó el Billy Rodas con sus 16 años a cuestas. Por eso fue una tarde de gritos especiales. Gritos que contribuyeron a una goleada que les permitió a los hombres de Zamora colocarse en el grupo de elite que lidera el Clausura.
Los tres goles fueron gritados desde el alma. En realidad los cuatro porque el pibe Rodas se dio el gusto de tener un debut inolvidable marcando el último. Pero el de los hombres de punta fue un grito distinto. Porque a ellos se les reclamaba la carencia de efectividad. Y aparecieron, para que todo fuera alegría.
Mauro Rosales rompió el maleficio de 384 minutos sin que los delanteros pudieran convertir, pero además pudo gritar una conquista propia después de ocho meses y dos días (su último gol fue a Nueva Chicago el 16 de diciembre del Apertura 2001). Por eso se metió casi con pelota y todo cuando metió el frentazo para poner el 1 a 0. Por eso fue hasta el banderín del córner. Por eso la garganta le quedó roja. Se dio el gusto en el momento justo.
Lisandro Sacripanti llevaba siete fechas sin meterla (el último gol se lo había convertido a Huracán por la 15ª fecha del Clausura 2002). Pero además de la ausencia en la red, el goleador de Casilda había perdido la titularidad en la fecha anterior cuando los rojinegros visitaron a Arsenal. El domingo, Zamora le retribuyó la confianza y no le falló. Puso el 2 a 1 y abrió el camino a la goleada. Festejó el Loco. Y vaya cómo.
Federico Lagorio miró al cielo y agradeció. Levantó los brazos y no pudo contener la emoción. Atrás había quedado el calvario de la lesión en la rodilla y su año afuera de las canchas. En la húmeda tarde del Coloso se reencontró con el gol. Entró a los 74 minutos y le alcanzó para estampar su firma en la red. La última vez que había festejado en tierras criollas fue el 31 de octubre de 1997 ante Huracán, con la camiseta de Gimnasia La Plata.
A Gustavo Rodas las cosas le suceden demasiado rápido en la vida. A los 15 años fue papá de Brian, se casó y vive con su esposa. Y a los 16, edad en la que muchos recién están haciendo las primeras armas en las inferiores, le tocó debutar en primera. Entró rápido, la toco rápido, le pegó rápido. Y festejó rápido. En seis minutos hizo su gran presentación oficial. Otro grito especial.
Los goles no sólo sirvieron para romper con la racha de sequía de los hombres de punta. El domingo último, en el Coloso se gritaron con un condimento extra. Los autores y los hinchas. Porque contribuyeron a edificar la victoria que la gente de Newell's estaba pidiendo. Es que esta vez no hubo festejo sobre la hora ni victoria apretada. Esta vez el triunfo se pudo disfrutar con tranquilidad y desde lo más alto de la tabla.


Notas relacionadas
El puntero Newell's no dependió de Manso para crear juego
Regreso a las prácticas en Bella Vista
Quince jugadores fueron dejados libres en junio
Larry se fue solo
Diario La Capital todos los derechos reservados