Año CXXXV
 Nº 49.576
Rosario,
martes  20 de
agosto de 2002
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Apertura 2002. Con o sin el 10
El puntero Newell's no dependió de Manso para crear juego

Alejandro Cachari / Ovación

Que el juego de Newell's Old Boys no dependa exclusivamente de Damián Manso es un síntoma de salud futbolística.
Está claro que las bondades del Piojo son redituables para el equipo de Zamora, pero si los rojinegros logran, como el domingo ante Talleres, jugar bien y crecer al margen de lo que pueda hacer su conductor, mucho mejor.
Porque, entre otras cosas, le quitará responsabilidades al 10, que todavía no alcanzó el nivel que tuvo antes de emigrar a Francia, y le permitirá a él desplazarse en la cancha sin el lastre que oprime las espaldas de los protagonistas exclusivos de la generación futbolística de un equipo.
Además, complica la estrategia de los rivales. Ya no se trata sólo de contener a Manso para reducir a Newell's.
Entiéndase que no es una crítica para el repatriado Damián, sino un atisbo de madurez en el juego de un equipo que tiene otros intérpretes capaces de desestabilizar a los rivales.
La personalidad y el temperamento de Domizi y Adinolfi, por ejemplo, conforman una alternativa válida. Pero ojo, eso sucedió en el segundo tiempo. Talleres complicó por ese sector en la primera mitad. Obviamente, hay cuestiones por compensar.
La carencia de opciones de juego obligó a Ponzio en los primeros 45 minutos a cargarse todas las responsabilidades del equipo. Y Leo no funcionó. Terminó siendo un jugador desordenado que mueve mal los hilos del equipo, lo hace desprolijo y lo compromete ante su público.
Pero no es culpa del 5. Sus ansias de ser partícipe lo llevan a transformarse, involuntariamente, en el protagonista de una función que no conoce y para la que no está preparado.
Más que achacarle el problema a Ponzio, hay que endilgárselo al equipo. Es casi una regla de tres simple. Mientras más contacto tenga Ponzio con la pelota, menos claridad ofrece el equipo de Zamora.
Ahora llegará Independiente en Avellaneda. Es muy importante para Julio saber que no deberá recostar todas sus esperanzas sobre el 10. Que el tándem Adinolfi-Domizi es una opción muy válida en ataque, como salida, y una dupla consistente en defensa si logran coordinar mejor que ante Talleres ese aspecto.
El binomio Vella-Marino todavía necesita recorrido, pero bien puede empezar a manejarse como otra alternativa para un equipo que de a poco le va encontrando la vuelta a su mejor combinación.
Bien podría hacerse una proyección con resultado altamente positivo sobre las chances rojinegras en el Apertura. Pero está claro que el mejor negocio es no mirar más allá de los siete días posteriores a un partido. Es decir, antes de Central está Independiente.
Pero sí hay elementos reparadores. El partido con Talleres dejó, más allá del triunfo, mensajes muy buenos sobre el funcionamiento del equipo.
Se puede tomar sólo como un dato positivo, subirse al carro del exitismo, mantener la calma, capitalizar los aciertos y los errores, disfrutar de la punta hasta que la doble visera de cemento los vuelva a poner en el brete de tener que rendir un nuevo examen. El último fue aprobado con creces.



Zamora encontró variantes a la "mansodependencia".
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