Año CXXXV
 Nº 49.576
Rosario,
martes  20 de
agosto de 2002
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Central necesita al Figueroa goleador
Está jugando lesionado y no pasa por un buen momento

Mauricio Tallone / Ovación

Se dice con frecuencia que a los goleadores sólo debe medírselos por sus gritos. El alcance de este axioma futbolero aporta referencias precisas que permiten deducir que, los momentos de aquellos jugadores que hacen que la pelota termine en la red, también están habilitados a atravesar oscilaciones propias de la profesión que eligieron. Y en este Central del Flaco Menotti semejante introducción sólo puede caberle a Luciano Figueroa. Porque el password de Lucho precisamente es el gol, aunque en estas cuatro fechas haya dado muestras de que por ahora su sistema de concreciones luce caído.
Apoyándose en el dicho que a las estadísticas, como a las armas, suele cargarlas el diablo, un ejercicio apropiado para mensurar el presente de Lucho es pegarle un vistazo a la tabla de goleadores. Lo cierto es que en cuatro partidos la cosecha de Figueroa fue apenas de un gol, producto de un rebote que recogió en la tarde de la soberbia producción canalla ante Lanús. Una cifra demasiado exigua si se tiene en cuenta que el rubio delantero entró por la puerta del Apertura considerado una de las figuritas de moda del fútbol argentino, hasta el punto que su desliz festivo no sólo cautivó el interés de los clubes más importantes de nuestro país sino también del Viejo Continente.
Pero la realidad indica que después de aquel encuentro mágico frente a los granates, el aporte de Lucho en el equipo del Flaco ha conocido de intermitencias. Y si bien por momentos amagó con sacudir la sequía imperante porque a pesar de todo sigue conservando su gatillo fácil en el botín izquierdo, en la mayoría de los minutos que estuvo en cancha se perdió en el aislamiento junto a su compinche Martín Mandra.
¿Qué se preguntaría el abogado del diablo en estos casos? Se preguntaría sin dudas si este impensado momento de Figueroa forma parte de ese descanso tan característico que suelen tomarse los goleadores en medio de un campeonato o verdaderamente se está en presencia de otro ejemplo como tantos que el apuro mediático le taladró la cabeza hasta convertirlo en un jugador prisionero de las ansiedades y devorado por las obligaciones.
La primera mención que debe apuntarse para encontrarle una respuesta a este interrogante y no quedar a contramano de los hechos es que Figueroa está jugando lesionado. Desde antes del encuentro debut ante San Lorenzo en el Gigante, un golpe en su tobillo izquierdo le viene recortando posibilidades de permanecer con las antenas prendidas durante los 90 minutos. De hecho en las tres primeras fechas arrancó como titular pero siempre fue reemplazado cuando promediaba el segundo tiempo. Eso demuestra que no sólo le cuesta aguantar todo el partido sino él mismo se encargó de reconocer cada vez que le preguntan sobre el tema que esa lesión lo imposibilita a desarrollar a pleno sus cualidades de delantero que siempre está a la caza y la pesca en el área adversaria.

Una lesión polémica
Ahora bien, este acto de sinceridad de Lucho también acelera otra incógnita. ¿Por qué Menotti lo sigue manteniendo como titular a sabiendas de qué está lesionado? Muy simple, si desde el punto de vista médico el jugador es considerado apto para jugar y el implicado no le sugiere en este caso al doctor Horacio Leali que prefiere quedarse afuera o parar algunos partidos para recuperarse bien, la obligación del técnico es escuchar al futbolista. Mucho más tratándose del Flaco que a lo largo de su carrera siempre se manejó con ese tratamiento y considera a Figueroa su as de espada en el ataque. Por eso no se desvive demasiado por moverlo de la titularidad, menos ahora que quedan apenas 15 días para el clásico contra Newell's en el parque y una de sus cartas de triunfo es precisamente el gol de su protegido.
Hasta ahí podría decirse que la historia alcanza culpas compartidas. Por un lado hay un jugador que se resiste a parar y por el otro hay un técnico no hace muchos esfuerzos que digamos.
Pero sería caer en una lectura facilista valorar que el único motivo por el cual Figueroa anda torcido para el arco tiene que ver exclusivamente con su dificultad en un tobillo. También existen factores futbolísticos que tocan al delantero a pesar del maquillaje ofensivo del equipo. A tal punto es cierto este repaso de los hechos que su puesta en escena desde que arrancó el Apertura no ha traspasado la barrera de lo discreto. En un equipo que siempre está dispuesto a escribir la historia con los mejores intérpretes para jugar desde la mitad de cancha hacia adelante, hasta el momento la incidencia de Lucho no acaparó elogios si te siente en cuenta la posición que ocupa. Figueroa no debería tener menos de diez ocasiones por partido, pero no sólo no las tiene sino que cuando está frente a frente con el arquero hoy no las convierte.
Otra pata de la cuestión que ayuda a minimizar responsabilidades es su entendimiento con Martín Mandra. Se nota que esa sociedad todavía está en una etapa de conocimiento. El simple detalle de uno vaya a buscar la pelota al primer palo como ocurrió en varias ocasiones en el partido del domingo ante Olimpo y el otro se la ponga al segundo sintetiza que aún no existe esa sana complicidad que distingue a las duplas de ataque. Además como el target que registra el ex jugador de Nueva Chicago no es el de un especialista de la red, el índice de anotaciones de sólo dos tantos que tienen los delanteros titulares en los 12 goles que convirtió Central en el torneo habla a las claras de una deuda en el renglón de ataque.
Estas líneas no persiguen el objetivo de caerle sin miramientos al momento de una promesa que seguramente con el paso de las fechas recuperará su mejor condición física y por consiguiente optimizará su rendimiento. Lo que sí pretende soslayarse es que Central necesita de Figueroa y el delantero precisa que este sea su torneo. Claro, si es que quiere que la lluvia de ofertas que cayeron sobre su humanidad un mes atrás no muten en golondrinas de un simple verano.


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