Año CXXXV
 Nº 49.574
Rosario,
domingo  18 de
agosto de 2002
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Fútbol y política.
Evita Morning Star, el mismo grito de hace 50 años
Un grupo de pibes rosarinos se consagró en los torneos Evita promovidos por el peronismo

Gustavo Conti - Juan Iturrez / La Capital

Florecen con los años... Los recuerdos que se traducen en nostalgia, en orgullo o en vaya a saber qué otro sentimiento. Dicen que detrás de cada uno hay una historia, un ser humano que cosechó lo que sembró. Esa frase de uno de los pibes que aquella mañana del 16 de marzo de 1952 visitaban la redacción del viejo diario "Crítica" se proyectó en el tiempo, cobró la inmortalidad de las cosas importantes y quedó grabada a fuego en el corazón de aquellos que hoy, cincuenta años después, no pueden olvidar la gloriosa jornada de la consagración del Evita Morning Star, aquel grupo de purretes rosarinos que maravillaban a los porteños en base a caño y gambeta y obtenían el título de campeón de los "Torneos Evita", esos ideados por la esposa de Perón y que nucleaba a casi 300.000 chicos de todo el país. En otra época, en pleno apogeo del peronismo, en los últimos días de Eva Duarte...
"Había trabajo, nadie laburaba más de ocho horas y había en consecuencia tiempo para ir a ver a los pibes. Calculá que cada vez que jugábamos la cancha de Newell's reventaba. E inclusive cuando jugamos la ronda final en Buenos Aires salían trenes a Retiro repletos de hinchas para ir a vernos. Para nosotros era como estar jugando un Mundial". Las palabras de Eduardo Tellez, suplente en aquella histórica consagración en la cancha de River Plate, a la que todavía se la llamaba "La Herradura" con su ventanal al Río de la Plata, era compartida por todos los que lo rodeaban, en la tarde en que Ovacion los juntó en las instalaciones de Morning, en cuyo ingreso un cartel les da la bienvenida a los más desprevenidos con la leyenda: "Primeros campeones del fútbol argentino"".
Eran los años donde la clase obrera por primera vez era reconocida, por un Estado benefactor y proteccionista que en el contexto de guerra mundial y aislamiento por el boicot norteamericano a los productos exportables argentinos (por la renuencia de Perón a alinearse con ellos, lo que derivó en la llamada "tercera posición", ni comunista ni capitalista), decidió una política económica keynesiana estimulando el consumo, propiciando así el pleno empleo a través de la industrialización por sustitución de importaciones, y amparando a los trabajadores con leyes como nunca tuvieron antes. Leyes que a decir de Pedro Laporta, el hombre que inició con un puntín hacia adelante la jugada del gol del empate ante Arsenal faltando ocho minutos, tanto que le dio la consagración al representante rosarino, "las había hecho el socialista Alfredo Palacios pero Perón las aplicó cuando estuvo en el poder".
Los purretes comandados por Salvador Consiglio (Vila para los amigos) estaban en la flor de la adolescencia y ya por entonces eran reconocidos en la ciudad, inclusive mucho más que los de Newell's o Central. Morning no era un club con personería jurídica, apenas contaba con la canchita de Pellegrini y Crespo donde hoy se erige una universidad privada y, sobre todo, con la dedicación de Consiglio, eterno descubridor de pibes con condiciones futbolísticas, a quienes preparaba además para la vida, una opinión compartida por todos los sesentones, aunque quizás la que más sirva para graficarla sea la de Roberto Jesús Puppo, junto a José Yudica o Antonio Chichín Ramírez, los más recordados de esa camada por su etapa luego en el profesionalismo.
"Todo lo que soy en el fútbol, como jugador y luego como técnico, o sea lo que he sido profesionalmente, se lo debo a este señor. Vila fue un maestro para todos nosotros, como un padre, y no seríamos lo que somos si no fuera por su dedicación y su hombría de bien", dijo Puppo, el reconocido entrenador de inferiores de Newell's, antes de partir del emotivo encuentro con los viejos amigos porque lo urgía el trabajo. "A ver qué pueden hacer ustedes para declararlo ciudadano ilustre", le pidió a su vez a este medio Néstor Célis, mientras a un costado el propio Consiglio hablaba con los demás, desempolvando el archivo de los recuerdos.

Lo que pudo ser
Aunque parezca mentira, Morning Star estuvo gracias a ese grupo en la cúspide del balompié rosarino. Los torneos Evita, en los que participaban equipos de todo el país, nucleados en clubes reales o en equipos de barrio, tenían la trascendencia de los campeonatos profesionales y fue uno de los tantos proyectos impulsados por Eva Perón a través de la Fundación que llevaba su nombre.
Los pibes de Morning consiguieron no sólo el reconocimiento en estadios colmados, en Rosario o en los principales de Buenos Aires como Vélez, San Lorenzo, Independiente, Boca, Racing o River, sino un viaje a Mar del Plata con todo pago y, el más importante, la travesía en el barco "Le Maire" a Helsinki, para acompañar a los atletas argentinos en los Juegos Olímpicos de Helsinki 52.
Y además, más trascendente aún, habían recibido la promesa de Evita de la cesión de un terreno y la construcción de un estadio propio con tribunas de cemento, algo que los hubiera llevado al status de los "grandes" rosarinos. La muerte de la "abanderada de los humildes" como se la reconocía entonces, la burocracia posterior que llevó a una tardía cesión de terrenos municipales (ubicados en Granaderos, Sánchez de Loria, Tucumán y calle 14 del barrio Antártida Argentina) a favor de la Fundación, en agosto de 1954, y el derrocamiento de Perón en septiembre del año siguiente, abortaron una posibilidad histórica.
De todas formas, esa experiencia los marcó a fuego, como era lógico suponer. Y a fuego quedó marcado en ellos la figura de Evita como así también la identificación con el partido que más tarde se denominaría "justicialista" pero que al principio, en los primeros años de gestión de Perón, se llamó sin medias tintas Partido Peronista (antes, para las elecciones del 45, era el Laborista).
"Somos peronistas de Perón ¡ojo! El peronismo se murió el día que murió el general", reflexiona Juan Cerchiara, integrante del equipo subcampeón del 51. "¿Cómo no íbamos a ser peronistas? Todos conseguimos trabajo pese a que éramos pibes de 15 años. De los quince que integramos el plantel campeón del 52, nueve fuimos a trabajar al ferrocarril y dos a la aduana. Yudica también podía haber entrado pero él era vago", agregó sonriente Laporta, "en vez de pedir laburo para él lo pidió para su tío y él quiso un bandoneón", rememora el apodado Bull Dog.
"Los políticos de ahora son todos unos chantas, piensan sólo en ellos", asegura Consiglio. "En cambio Perón era bien nacionalista, eso es lo que necesitamos ahora, alguien que piense en darle trabajo a la gente y en estatizar empresas que nunca debieron pasar a manos privadas, como las que regaló Menem, ese que se dice peronista, ¡por favor!".
Pero además de la identificación con Juan Domingo Perón, aquellos pibes de Morning hasta cambiaron el nombre del equipo el mismo día de la consagración en honor a Evita, la mujer "de un corazón de oro. Amaba a los chicos y los tenía al trote a los gremialistas. Era toda dulzura", coinciden. Esa tarde del 15 de marzo del 52, el mismo autor del empate con el representativo de Capital Federal, Rubén Farrugia, recibió de manos de Eva Duarte, ya por entonces enferma, el enorme trofeo y el pedido para argentinizar el nombre del equipo, que desde ese mismo momento pasó a llamarse Evita, Estrella de la Mañana, en su traducción literal del inglés al castellano. Ya un año antes, y luego que el equipo alcanzara el subcampeonato, le antepusieron al nombre Morning Star el de Evita, a pedido del entonces intendente Spirandelli. Claro que, rápidamente, y tras el derrocamiento de Perón, volvió a la denominación original como se la conoce hoy, anteponiendo el de "Deportivo Rosario", otro club de barrio con el que se unieron para darle personería jurídica.

El fruto del esfuerzo
El campeonato del 52, en la IV edición de los torneos Evita, fue el fruto maduro de las campañas anteriores. Paradójicamente, Morning llegó a la cúspide como a la cúspide había llegado el gobierno de Perón entonces, ya por entonces en su segundo mandato gracias a la reforma de la Constitución del 49 que permitía, entre otras cosas, la reelección y el voto femenino.
Un contexto económico mundial desfavorable con la recuperación de las economías europeas de posguerra, el hostigamiento de Estados Unidos que subsidiaba cereales a todo el mundo, la necesidad de mantener la industria local con insumos importados aunque sonara contradictorio, la falta de desarrollo de la industria pesada (como la del acero, con el tardío impulso al proyecto Somisa) en desmedro de la liviana (alimentos y textil, fundamentalmente, que ya habían tocado su techo y que fueron las que impulsaron el crecimiento hasta finales del 50) que develó además que ya el Estado no podía seguir subsidiándolas, la muerte de Evita a mediados de ese año con los pibes de Morning todavía en Helsinki y el reagrupamiento de la perseguida oposición, empezaron a roer los cimientos del Estado peronista, tildado de autoritario por los detractores, quienes basaban sus críticas en el profundo intervencionismo del gobierno, que controlaba la información a través de los medios y sacralizaba la figura de Perón y Evita por medio de la educación y de toda manifestación cultural.

El conflicto con la Iglesia
Cuando el ya debilitado gobierno de Perón entró hacia 1954 en conflicto con la Iglesia (esta le atribuía al líder el endiosamiento de su figura y el culto laico, lo que para ella suponía una pérdida de poder, a la vez que la Fundación Evita le robaba protagonismo en las obras de beneficencia que se suponían eran de su incumbencia), quizás despreciando su poder como institución de influencia en la sociedad y en los altos estamentos, propició su derrocamiento un año después.
Ya entonces, Morning había empezado a decrecer como fenómeno futbolístico, pese a que en el 53 salieron campeones de la ronda final de subcampeones, luego de consagrarse otra vez en Rosario y la provincia, y ser eliminados por el representativo de Capital Federal, que según Célis "tenían que salir campeones sí o sí porque nunca habían podido serlo y de hecho no lo fueron, porque la ronda final la ganó Córdoba". Laporta agregó que "el árbitro López nos bombeó en cancha de Boca ante Sacachispas. Fue alevoso. Fijate que, pese a que ganamos la ronda de subcampeones sumamos más puntos que el campeón Córdoba".
Pero ya el aura triunfador de Morning Star comenzaba a dispersarse, entre los que ingresaron a las numerosas empresas del Estado (después de la compra de los ferrocarriles a los ingleses -que en realidad compensó una deuda por liras argentinas retenidas en Gran Bretaña durante la guerra-, Perón nacionalizó los teléfonos, el gas y otros servicios públicos) y los que probaban con éxito suerte en el fútbol profesional.
Sin quererlo, Morning Star, o Evita Morning Star, o Evita Estrella de la Mañana, se transformó en un perfecto símbolo de época. Los purretes de Consiglio trascendieron en el marco de emergencia de sectores pocas veces escuchados en la vida argentina que el gobierno de Perón le dio. Pese a que los torneos Evita se siguieron jugando en forma interrumpida, cincuenta años después ya nada es lo que fue. Ni siquiera bajo un gobierno que se dice continuador en las ideas de aquel. Como un hito histórico todo pasó, pero quedó encendido allá, donde las cosas florecen con los años.



Los pibes del Evita Morning Star ayer y hoy, con el mismo brillo. (Foto 2: Néstor Juncos)
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