Andrés Abramowski / La Capital
Olga Wornat comenzó hace tres años una investigación sobre la Iglesia argentina desde la década del 60 hasta estos días. En su libro "Nuestra Santa Madre" se refiere al papel de la Iglesia y sus relaciones con el poder de turno: antes y durante la dictadura, el gobierno de Alfonsín y los diez años de Menem. Como parte de su trabajo llegó a la capital santafesina para indagar sobre las diferencias entre las pastorales de monseñor Vicente Zaspe, arzobispo hasta 1984, y su sucesor Edgardo Storni. "Me pareció interesante reflejar esa diferencia y enfocar en Zaspe, para mí un incomprendido en aquella época. Sin embargo, muchos me decían que investigara a Storni y me interesó, porque me parece algo muy paradigmático: tiene que ver con la relación entre la Iglesia y el poder", dijo Wornat, en diálogo con La Capital. Durante la investigación luego volcada en el capítulo "El príncipe y el pastor", Wornat se topó con que las denuncias sobre supuesto abuso sexual que involucraban a Storni eran un secreto a voces. "No quiero ser agresiva, pero la sociedad santafesina es muy particular. Hasta ellos admitieron (se refiere a muchos de los presentes durante la presentación de su trabajo en la Feria del Libro) lo de la doble moral, lo de la hipocresía como uno de sus ejes. Pero luego supe que había habido una investigación ordenada por el Vaticano y que esto no era sólo un rumor". La periodista relató que la historia se devela en 1995, cuando uno de los chicos del seminario "salió corriendo de una habitación, llorando, y le contó a un sacerdote que Storni lo había querido violar. Era el hijo de un juez (el muchacho hoy vive en Buenos Aires, y formó una familia). Entonces el Vaticano ordenó, a espaldas de Storni, una investigación que realizó monseñor José María Arancibia, entonces obispo en Mendoza. Ese trabajo se hizo en Paraná, adonde viajaron de incógnito más de 30 testigos, y el informe pasó a la Nunciatura de Calabresi, y de allí a Roma". Wornat se entrevistó con todos los que declararon en Paraná, algunos de los cuales abandonaron la fe. "Es muy traumático y doloroso -consideró- sufrir un abuso sexual y luego tener que contarlo. Imaginen lo perverso de esta situación: chicos de 13 o 14 años, que en gran parte venían del campo, muchos sin padre, con un grado de vulnerabilidad terrible. Storni le decía cosas como soy el padre de todos ustedes, Dios desde el cielo nos está mirando. Sin embargo, a los traumas a los que alude Wornat, se les agregó otro mal trago: "Todo fue peor -indicó- cuando, finalmente, el tema quedó en la nada". Según la investigadora, los hechos se silenciaron luego de un viaje de Storni a Roma, convocado por el Vaticano. "Dijo que las acusaciones no eran ciertas y que habían malinterpretado algunas actitudes suyas", apuntó Wornat. Señaló, respecto del tema de Storni, que nadie lo desmintió, con lo cual entendió que podía seguir adelante con su trabajo y adelantó que se están investigando casos similares al de Storni en otros puntos del país. Comparó el caso del arzobispo santafesino con el del sacerdote polaco Juliusz Paetz, mencionado en el mismo capítulo de su libro. Paetz, quien incluso era un amigo de la infancia del Papa Juan Pablo II, fue denunciado al igual que Storni. "Creo que Storni fue favorecido por la coyuntura, ya que en ese momento el Vaticano se inclinaba por ocultar hechos de este tipo. Pero ahora la tendencia es distinta: no parece estar dispuesto a seguir ocultando hechos como éste", señaló. Sobre su investigación se mostró esperanzada en que llegue la Justicia y afirmó que el temor está empezando a romperse. "Luego de presentar el libro en Santa Fe me llamó mucha gente, incluso algunos que en su momento no habían denunciado el tema".
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