Mauricio Tallone / La Capital
El cartón lleno que hizo Central en las tres primeras fechas del Apertura fecunda una disyunción que siempre es moneda corriente cuando un equipo arranca a mil revoluciones como los canallas: ¿se está en presencia de un serio candidato al título o es una simple racha? Sería fácil caer en el lugar común de que será el tiempo, en todo caso, el que ponga cada cosa en su lugar y por arrastre a Central en el suyo. Pero sin perjuicio del inapelable veredicto del hecho consumado, de evidencias impuestas sobre todo sesgo especulativo, bien se puede pasar el tamiz crítico en lo que hasta aquí ha andado, mostrado, sufrido y gozado este equipo moldeado por César Luis Menotti. Porque al fin de cuentas se está hablando apenas de fútbol, sencillamente de un juego, aunque en estos tiempos su entorno sea particularmente complejo y, por qué no, teñido de una cierta sordidez. Resulta entonces que Menotti lanzó a las arenas del campeonato a un equipo que en estas primeras fechas ha evidenciado síntomas de mantener encendida la mecha de la motivación y que el domingo ante Gimnasia supo torcer la desventura de un 0-1 de movida y lo transformó en una victoria que no merece demasiadas objeciones si de números se trata. Precisamente un modo de mensurar este presente canalla es preguntarle a la red. Con 12 goles en apenas tres presentaciones Central no sólo disfruta de la punta en soledad, sino que de yapa se colgó la medalla del equipo más goleador del torneo. Además, como para buscar alguna complicidad en la historia, este conjunto de Menotti también se transformó en el más contundente de todos los tiempos con tres jornadas como parámetro. La otra referencia goleadora que agiganta este momento data del Metropolitano 79 y del campeonato del 48 cuando los auriazules marcaron 11 tantos, es decir uno menos que en el actual Apertura. ¿Cómo se llama eso en la jerga futbolera? De varias formas: contundencia y aprovechamiento de cada una de las situaciones que se le presentan en el arco de enfrente. Aunque Menotti prefiere definirlo con el término actitud, un valor que para el Flaco en estos momentos es tan cotizable como el dólar. Pero de ahí a deducir un caso de un equipo con aureola de candidato u otras consideraciones grandilocuentes hay una distancia que establece, con escaso o nulo margen de ambigüedad, el cuadro de prioridades de alguien sospechado en dejarse llevar por apresuramientos. O acaso cuántos ejemplos existen de equipos que arrancaron con aires de incontenibles y después mutaron en endebles ante el primer contratiempo. En ese sentido la posición de Menotti es muy clara. Fiel a su semblante de hombre que no sucumbe a arrebatos u otros sucedáneos del espontaneísmo, para el Flaco decir a esta altura del torneo de que Central es candidato es sinónimo de hablar disparates. Seguramente el correr de las fechas regalará un panorama más despejado para evaluar para qué está este equipo de Central. Por ahora el único derecho adquirido que tiene para soñar con un futuro venturoso tiene un meridiano futbolístico: conocer sus limitaciones. Sobre todo cuando la piedra del análisis se coloca en el entendimiento que profesa su técnico para evaluar un arranque alentador. Después si despista a la primera de cambio, eso formará parte de los avatares de un equipo cuya meta madre era pelear por la tabla de salvación.
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