Sergio Faletto / La Capital
Central es como aquel boxeador que se entrenó duro, que tiene la necesidad de ganar, que cuenta con muchos recursos técnicos, que exhibe un plan de pelea y que cuando no lo puede desarrollar apela a la actitud para cambiar golpe por golpe. En este contexto sin dudas que podrá ganar mucho más que tres combates, sustentado en una posición claramente ofensiva, pero también es cierto que un golpe inesperado lo puede vencer. Más si se tiene en cuenta que aún debe enfrentar a adversarios de mayor riesgo. Pero está claro que lo que más seduce de este Central diseñado por Menotti es la contundencia que demuestra a partir de la multiplicidad de variantes. Las que no se agotan en los 11 jugadores que ingresan, ya que desde el banco de relevos surgen las otras opciones que también marcan presencia en el arco rival. No es un dato menor que de los 12 goles a favor que ostenta el conjunto canalla tres fueron convertidos por César Delgado, un delantero que ingresó en los complementos de los tres partidos y siempre anotó. Y en este estupendo número de 12 goles a favor en sólo tres fechas, también se refleja esta amplia gama de alternativas para llegar a la red rival. Porque mientras los cálculos ubicaban a Luciano Figueroa y Martín Mandra como máximos artilleros, la realidad indica que ellos sólo fueron autores de uno cada uno. La misma realidad que refleja que Central llega a la red de los diferentes lugares, por eso un marcador de punta (Paulo Ferrari) acumula tres -dos de penal-, similar cosecha de los volantes Marcelo Quinteros (2) y Gustavo Barros Schelotto (1). Está claro entonces que ante tan elocuente oportunismo, Central se ha convertido en un rival muy difícil de enfrentar. Esta propiedad goleadora envidiable ya es tenida en cuenta por los adversarios, para quienes será complicado tomar tantos recaudos para no ser vulnerados. Asimismo, es menester especificar que de la docena de goles en la columna del haber, nueve fueron el resultado de jugadas colectivas, y sólo dos el producto de pelotas paradas (penales), siendo el restante un autogol del defensor de Gimnasia y Esgrima Marcelo Goux. También es necesario remarcar que de los 12 goles canallas, nueve los hicieron en los segundos tiempos (75 por ciento), lo que representa la buena preparación física que ostenta el plantel y que fue estructurada para un arranque explosivo. Todo este caudal de goles se dimensiona aún más si se tiene en cuenta que Rosario Central todavía es un equipo de funcionamiento irregular. Porque gana, suma y golea. Pero jugó bien sólo por momentos. Ante un timorato San Lorenzo alcanzó esporádicos pasajes de un rendimiento sincronizado. El funcionamiento colectivo e individual alcanzó un nivel superlativo frente a un Lanús que otorgó todas las licencias. Pero no pudo repetir este desempeño frente a un peleador nato como Gimnasia. Y ahí sí se aferró al temperamento para no frenar su marcha triunfante. Es decir entonces que el pragmatismo indica que Central jugó tres, ganó tres y está puntero. Desde este punto de vista no hay resquicio para la discusión. Pero la colectividad de los estetas se muestra conforme a medias con la campaña que está delineando el equipo dirigido por uno de sus máximos exponentes, ya que exigirá la regularidad del juego que supuestamente ellos dicen le gusta a la gente. Más allá de los diferentes paladares futbolísticos, Central tiene en su contundencia la mayor virtud, que no sólo se evidencia en los 12 goles, sino también en las diversas formas que adoptó para convertirlos. Por eso gana. Por eso saca ventaja.
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