Aquellos que consideran que el conocimiento futbolístico se refleja en un pronóstico bien podrían formar parte del Manual de Zonceras Argentinas que alguna vez escribió Arturo Jauretche. Porque si bien el fútbol se mide en números, la proyección no se puede establecer con certeza. Central gana, golea y por momentos juega bien. No es un dato menor en un torneo caracterizado por la escasez de recursos. Y es lógico que los hinchas canallas estén envueltos en el fervor de un arranque tan firme como contundente. Pero la mesura del propio César Luis Menotti es la actitud más conveniente para dosificar el entusiasmo. El Flaco entiende que en el exitismo pasional no hay espacio para los estados intermedios, pero también sabe que la frontera entre el elogio desmesurado y la crítica despiadada es una línea imperceptible. Sería muy sencillo hoy potenciar las bondades del rendimiento auriazul para incentivar el estado de ánimo natural de muchos centralistas. Es toda una tentación, pero sería adoptar una actitud tan facilista como la de cuestionar mañana si los resultados son adversos para abonar la también lógica desazón de los fanáticos. Este siempre constituyó el atajo menos pensado y el más usado por aquellos que hacen de la demagogia el modus operandi, los que pasan del blanco al negro omitiendo por conveniencia la constante de los grises, porque el fútbol, por fortuna, no es tan lineal ni previsible. Al margen de la merecida alegría que envuelve a los centralistas, el análisis del presente futbolístico canalla requiere de equilibrio. Las matemáticas indican que sumó nueve puntos, convirtió 12 goles y sólo recibió tres. Pero recién se jugaron tres fechas y todavía restan 16 partidos. Y los números también señalan que el equipo de Arroyito aún está en la zona roja de los promedios, y que necesita muchos puntos más para dejar en el olvido la resultante de malas campañas. Este equipo implacable en la definición e irregular todavía en su desempeño necesita no perder de vista el objetivo de sumar para subir, y entender que la pelea por el título siempre llega al final. Si hoy invierte las metas se ejercerá a sí mismo una presión tan inconveniente como improductiva, la que ni siquiera le permitirá poder disfrutar de los consecutivos triunfos. El arranque letal de Rosario Central creó un estado anímico ideal que hace presumir que habrá varias jornadas de alegría auriazul, porque tiene argumentos muy sólidos para lograrlo, y es lógico que la gente goce este presente, como también es saludable que los responsables del juego no se distraigan en pronósticos ni presunciones para seguir construyendo una realidad que sólo se sustenta en la continuidad de un juego contundente como el expuesto hasta ahora.
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