La Pachamama es la más popular de las creencias mitológicas del ámbito incaico que aún sobrevive con fuerza en algunas regiones de la provincia norteña. Muchas son las ceremonias en su honor: cuando comienza la siembra y la cosecha y en las marcadas y señaladas de la hacienda. Pero el homenaje principal se observa durante el transcurso de agosto, especialmente el primer día del mes. El ritual comienza a la mañana temprano, cuando se encienden sahumerios en las vivienda. Cerca del mediodía empiezan a llegar los invitados del dueño de casa, entre ellos vecinos y compadres. Luego de los saludos y bienvenidas, comparten un almuerzo. Después de la gran comilona llega el momento de la esperada ceremonia: se trasladan hasta el centro del patio, donde se procede al cavado de un hoyo y se da de comer y de beber a la Madre Tierra, depositando hojas de coca, chicha y cigarrillos. Más tarde se procede al tapado del hoyo, enterrando, en algunos casos, botellas de alcohol y vino; y para completar el rito, los presentes se toman de la mano para expresar el espíritu de hermandad y en rueda danzan alrededor del hoyo tapado.
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