Aníbal Fucaraccio / La Capital
Atlético del Rosario consiguió su triunfo más importante del año y pareció recobrar su vieja mística, esa vaga compañera que le está resultando bastante esquiva en la presente temporada. Ayer usó la cabeza, se mostró frío en un choque muy caliente, fue simple e inteligente en su planteo, tremendamente aplicado en las tareas de contención y altamente eficiente en el aprovechamiento de las ocasiones favorables. Así, con prestancia y aplomo inusitados, Plaza le ganó por 25 a 7 al último campeón de la Urba, Alumni, en un encuentro correspondiente a la sexta fecha de la Zona Campeonato. La trascendencia del cotejo y la envergadura del rival se transformaron en elementos determinantes a la hora de dimensionar la victoria. Es que el equipo rosarino, dentro de su irregularidad sistémica, ayer encontró uno de sus picos más altos de rendimiento, justo frente a su gente y ante uno de los candidatos al cetro porteño. El comienzo no fue muy favorable a los locales. Alumni movía mucho la pelota y en su primer ataque encontró superioridad numérica por afuera con la temible velocidad de Federico Alsogaray que abrió el marcador con su try. Enseguida los dirigidos por del Cerro y Estellés se rearmaron, apretaron las marcas, se fortalecieron a través del tackle y se basaron en una gran concentración para no ofrecer huecos (de allí en más no le marcaron puntos) y para pensar siempre en el ingoal adversario. Y de a poco fueron apareciendo los caminos. Berlande se hizo amo y señor de los envíos aéreos, Carroli se multiplicaba para estar siempre en apoyo de sus compañeros y Weitemeier, Castagna y Orengo cumplían en defensa y desnivelaban cada vez que los backs iniciaban los ataques. Atlético no dejó dudas a lo largo de los 80 minutos. Fue práctico, consistente, estuvo sólido en todas sus líneas y logró desdibujar completamente a su rival, un conjunto importante, con aspiraciones, pero que ayer terminó impotente paseando su sombra por el pasaje Gould. Y eso fue mérito de Plaza.
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