Olga Jordán es la coordinadora de la Red de Organizaciones Comunitarias de Rosario y, en los últimos meses, recibió una grata sorpresa. Hasta la entidad llegó "un aluvión de personas dispuestas a ayudar" y a colaborar con la entidad. "Todos preguntaban lo mismo: «¿Qué hacemos?» y no esperaban respuesta «Hagamos algo»", recuerda Jordán. Entonces, empezaron por organizar un seminario de capacitación para voluntarios que les permitió conocerse e intercambiar experiencias. "Existe una conciencia de que este es el momento oportuno para hacer algo y no hay que desperdiciar estas fuerzas motivadoras", explica, y considera que "las organizaciones no gubernamentales que ya estamos trabajando desde hace tiempo tenemos que abrirnos y dejar que entre esta nueva corriente a traer sus aportes". En esto radica, justamente, la fuerza del llamado tercer sector. "Las empresas sufrieron una debacle, la cantidad de quiebras y concursos que se han sucedido es espeluznante, y el Estado ha dejado su rol de custodiar el bienestar social. Entonces, personas con problemas y preocupaciones comunes que no se bancan esta situación han comenzado a agruparse, supliendo la gran cantidad de servicios que hacen falta en cada sector de la ciudad", señala. Aquí aparece justamente una paradoja: "Cuando la crisis paraliza al Estado, es la misma gente la que se pone en movimiento -asegura Jordán-. Y así, sumando esfuerzos, tomándonos de las manos podemos hacer que las cosas cambien".
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