Hace 15 días, Rodolfo (empresario) cumplió sus 70 años y 40 de casado. Sin embargo, no quería ni oír hablar de una fiesta. "Es cierto que todos en la familia estábamos bien y que había motivos para celebrar, pero este país me dolía demasiado", comenta. "¿Cómo se puede festejar con una gran comilona cuando en la esquina una pobre mujer se muere de hambre y junta de la basura? No podía ni pensarlo". La insistencia que ejercieron sus hijos y su nieta pudo más. Al final lo convencieron de hacer una gran fiesta en uno de los más tradicionales restaurantes de Rosario. Antes de dar el sí, Rodolfo puso su condición: no aceptaría regalos. En vez de eso, colocó una cajita forrada en la puerta del salón donde cada invitado dejó en forma anónima su donación. "¿Para qué quiero otra corbata u otra camisa nueva?", dice Rodolfo. El regalo total, nada menos que 2.000 pesos, no fue a parar a la alcancía del cumpleañero, sino a la de una escuela de la ciudad.
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