Los odontólogos desarrollarán una intensa tarea basada en las muestras extraídas durante las sesiones en las que trabajaron con los cuerpos. "Vamos a comenzar a realizar comparaciones con cráneos de otras culturas de ese entonces, de otras épocas y con pacientes actuales", explicaron Josefina González Diez y Facundo Arias Aráoz. Los análisis de los dientes permitieron develar uno de los secretos que guardan estas momias, que están increíblemente conservadas y que "son embajadoras del pasado", como afirmó Constanza Ceruti, codirectora de la expedición que las halló en el Llullaillaco. Ceruti indicó que hace cinco siglos, los incas fueron los primeros en atreverse a escalar las cumbres más altas de la cordillera para restablecer el equilibrio cósmico y apaciguar las catástrofes naturales, lo que dio origen a los santuarios de altura. Explicó que allí eran ofrendados niños y niñas, hijos de jefes locales, elegidos por los incas como embajadores del emperador en el mundo de los dioses. Tanto el niño como la pequeña tienen deformaciones craneales, que demuestran que eran nobles. Las deformaciones se practicaban desde muy temprana edad mediante cueros húmedos con el objeto de dibujar en sus cabezas las cimas de las montañas a las que iban a ser ofrendados.
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