El argentino David Nalbandian y el australiano Lleyton Hewitt, quien conquistó su primer título en Wimbledon, coincidieron en señalar que están viviendo "un sueño" por lo que significó para ellos participar de esta inolvidable jornada tenística. "Fue mi primer torneo sobre césped. Espero que el año que viene, en mi segunda final, gane el título", dijo desatando las risas del público el cordobés, apenas finalizado el partido ante el número uno del mundo. "No me creo eso de que era el primer torneo sobre césped de David", le respondió en el mismo tono bromista Hewitt. "Cuando miré el marcador y vi que estaba match point me envolvió una sensación increíble. Es un torneo que quise ganar desde muy chico y hacerlo quince años después de Pat Cash es grandioso", agregó. La final más joven de la historia en Wimbledon -21 años el ganador y 20 el perdedor- estuvo lejos de ser la más atractiva. Dos interrupciones por la lluvia, viento y frío contribuyeron a quitarle atractivo al que es el partido más esperado del tenis de cada temporada. Mark Roberts, que hace dos años entró a la cancha 14 protagonizando un desnudo ante la rusa Anna Kournikova, dio su espectáculo esta vez en la cancha central. Durante más de dos minutos cuatro hombres lo persiguieron corriendo sobre el césped más sagrado del tenis mundial, blandiendo trapos rojos destinados a cubrirlo. Finalmente fue una vigilante la que terminó con el espectáculo cuando lo asió para sí sola. El apoyo a Nalbandian tuvo acento tan inglés como el suyo para hablarle al público del mítico estadio londinense. "Come on, David", pronunciando el nombre del argentino en inglés, no alcanzó, no fue suficiente. Tampoco el "aguante David, aguante" con acento argentino que sonó varias veces. "Todavía no creo que esto es real", dijo Hewitt poco después de trepar las escaleras del estadio central para abrazar a su entrenador, su madre y su novia, la tenista belga Kim Clijsters. El duque de Kent le entregó a Nalbandian su plato de finalista, y Hewitt recibió poco después un trofeo que certificaba la continuidad de una racha fantástica: ganó su primer Grand Slam en septiembre en Nueva York, conquistó la Copa Masters en Sydney en noviembre para convertirse en el número uno más joven de la historia y ayer se llevó el certamen más codiciado del mundo. Para el deporte argentino y Nalbandian -alentado en el estadio por el ex Beatle Paul Mc Cartney-, el 7 de julio de 2002 quedará como un día mágico. Tras 20 años de espera un argentino volvió a disputar una final de Grand Slam y lo hizo batiendo casi todos los récords estadísticos posibles. Aunque más importante fue la imagen final. Alentado por el árbitro general del torneo, Alan Mills, Nalbandian dio la vuelta completa al estadio central de Wimbledon exhibiendo su trofeo, y a los pocos metros recibió una bandera argentina. Con ella sobre sus hombros marcó un hito para el recuerdo, ya que argentinos e ingleses comparten demasiados choques -deportivos y extradeportivos- como para que ese momento en uno de los escenarios más emblemáticos de la sociedad británica quedara como uno más. Fue realmente para la historia. Igual que el acceso a la final. (Télam)
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