El seleccionado alemán, fiel a un estilo austero en cuanto a imaginación y talento, se clasificó ayer finalista de la XVII Copa del Mundo de fútbol al vencer a Corea del Sur por 1 a 0, alcanzando la séptima final mundialista de su gloriosa historia. El gol lo convirtió Michael Ballack a los 29' del segundo tiempo. Alemania jugará la final el domingo venidero, a las 8.30 de Argentina, en Yokohama (Japón), ante el ganador del cotejo de hoy entre Brasil y Turquía en la ciudad coreana de Daegu. Coreanos y alemames llegaron a esta semifinal mundialista con un estilo determinado, consecuentes con sus convicciones habida cuenta de que ellas estuvieron asociadas al éxito. El local, pese a que no contó de entrada con la dupla ofensiva titular (no jugaron de entrada Ahn Jung Hwan y Park Ji Sung), fue más de los mismo: despliegue, velocidad, mucha disciplina y la habilidad a cuentagotas de Lee Young-Pyo. Por el lado del tricampeón mundial la apuesta pasó por aguardar en su terreno, manejar el balón con Dietmar Hamann, apelar a la velocidad de Oliver Neuville y buscar mediante centros a los altos y potentes delanteros Miroslav Klose y Marco Bode. Escaso talento el del equipo de Rudi Voeller. Sólo Michael Ballack está en condiciones de aportar algo diferente, pero lo suyo es muy limitado en cuanto a la participación en el juego. Pocas llegadas, las más claras de Corea con un remate de Lee Chun Soo y Park Ji-Sung, en ambos casos con excelente respuesta del arquero Oliver Kahn, especialmente en el primer disparo. La única aproximación alemana se concretó a los 45'. En uno de los tantos centros falló en el rechazo la zaga asiática y Bode y Klose se molestaron a la hora de intentar impactar el balón a un metro de la línea de gol. En la reanudación no cambió nada, todo fue repetitivo y el espectador imparcial minuto a minuto comenzó a aferrarse a un añejo precepto futbolero: "El que hace el gol, gana". Ese gol llegó y fue para Alemania. A los 29' Neuville desbordó por la izquierda, centro rasante para el ingreso de Ballack -minutos antes había recibido su segunda amarilla y no jugará la final-, derechazo que tapó Woon Je Lee, pero el rebote fue nuevamente para el alemán, quien de zurda sometió al arquero. También hubo algunos intentos de Corea, pero de esos disparos que no inquietaron al seguro Kahn, pieza fundamental en el camino de Alemania a la final. La más clara fue en el primer minuto de adicional, cuando Park Ji-Sung le pegó muy desviado, de frente al arco alemán. Así llegó Alemania a la final. Con sólo un gol en contra en seis partidos (se lo marcó el irlandés Robbie Keane), sin estrellas, haciendo lo justo, sin imaginación y con migajas de talento. Pero está en la final y eso es lo que cuenta. (Télam)
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