El arquero y capitán del seleccionado alemán, Oliver Kahn, estimó que el rival de su equipo en la final de la Copa del Mundo, tras vencer ayer en Seúl a Corea del Sur por 1 a 0, "será Turquía", que jugará hoy, en el mismo horario en el que lo hicieron alemanes y coreanos ayer, frente a Brasil por la otra semifinal ecuménica.
"Si se mira lo que pasó hasta ahora en la Copa del Mundo, pienso que serán los turcos nuestros rivales en la final", opinó el considerado mejor guardavallas del planeta.
Respecto de la semifinal ganada ayer a los surcoreanos, Kahn indicó que sabía que los locales les iban a resultar complicados.
"Habíamos visto los partidos de Corea del Sur y nos dimos cuenta de que al final siempre perdían potencia física, mientras que nosotros, por el contrario, íbamos mejorando. Y ahora que estamos en la final, queremos ganarla", enfatizó el arquero alemán, quien para muchos fue una de las figuras del Mundial.
Festejo teutón
"Final, final", fue ayer el grito más escuchado en las calles de Alemania, después de que el seleccionado germano se clasificara para la final del próximo domingo.
Apenas finalizado el partido, los alemanes vivieron momentos de euforia futbolística sólo comparables a cuando su equipo ganó por última vez el Mundial, en Italia 1990.
Como ya ocurrió tras los cuartos de final contra Estados Unidos el pasado viernes, instantes después del final del encuentro el silencio se rompió en numerosas ciudades alemanas.
Los coches empezaron a hacer sonar sus bocinas y las calles se inundaron con la camiseta blanca de la selección y la bandera tricolor nacional.
La principal concentración festiva tuvo lugar en Hamburgo, donde, según estimaciones de la policía, unos 50 mil aficionados se reunieron para ver el partido ante una gran pantalla de televisión colocada en el centro de la ciudad.
En el barrio de Sankt Pauli llegaron a juntarse por su parte 20 mil personas. El grito de alegría tras el gol de Ballack se derramó a kilómetros de distancia.
En Berlín, el epicentro de la celebración fue de nuevo Potsdamer Platz, donde unas tres mil personas, entre ellas el alcalde Klaus Wowereit, siguieron el partido también ante una pantalla panorámica.
Aún horas después del final, los bares más próximos a la plaza seguían llenos de hinchas, en medio de un despliegue policial comparable al de multitudinarias manifestaciones. (Télam)