Confianza. Esa palabra que parece cada vez más desgastada en la vida cotidiana recupera su valor en un programa que desarrolla desde el año pasado la Coordinadora de Trabajo Carcelario con los menores presos en el Instituto de Recuperación del Adolescente de Rosario (Irar) y que, entre otros logros, se ha materializado hasta ahora en un programa de radio y un diario.
"Nosotros creemos en los pibes, les tenemos confianza. Y se lo demostramos: esa es la base fundamental de nuestro trabajo. Eso ellos lo valoran un montón y nos lo devuelven muy bien", dicen Nora Giavedoni y Eloy Quintana, miembros de la Coordinadora.
El primer contacto con los menores presos planteó una situación especialmente significativa. "Una de las cosas más importantes que sale en el taller es el tema de la aceptación -sigue Nora-. A ellos les costaba entender por qué íbamos a verlos, qué queríamos hacer y por qué no sentíamos ningún rechazo. Nos decían que éramos del centro, que éramos caretas. Con la mejor onda, pero al fin y al cabo te lo decían en la cara: «sos muy simpática, pero sos careta». Ser careta tiene muchos significados, pero sobre todo quiere decir no pertenecer al ambiente de ellos".
Por otra parte "les dijimos que si ellos no querían vernos no íbamos a volver -agrega Eloy Quintana-. Nadie está obligado a hacer el taller que les proponemos. Pero cuando vamos salen todos a vernos, vienen corriendo. Lo que planteamos desde el primer momento es que ellos y nosotros éramos iguales".
Otro punto por aclarar fue el de las relaciones con la propia institución donde se desarrolla el trabajo. "Hay algo que está bien claro -observa Nora-: nosotros no somos parte del Irar sino de la Coordinadora de Trabajo Carcelario y nos identificamos con el proyecto de la Coordinadora. Trabajamos para los chicos, no para las autoridades del Irar".
Visiones del presente
La Coordinadora realiza dos visitas semanales al Irar. A fin de superar las cuestiones de inhibición o las dificultades que algunos chicos tienen para participar por no saber leer ni escribir, los primeros encuentros fueron de conocimiento mutuo.
Las actividades se realizan por grupos e incluyeron hasta el momento, entre otras, la elaboración de un diario (llamado "La libertad"), relatos de sueños, grabación de canciones, reportajes y propagandas para el programa radial "Tormenta de sueños", la elaboración de un radioteatro y la celebración del día del amigo. "Queremos que se expresen y hagan actividades -dice Eloy-. Toda la vida les hicieron notar que no estaban capacitados para hacer tal o cual cosa. Muchos no tuvieron un régimen escolar ni recibieron ninguna motivación. Y pueden hacen cosas de las que ellos mismos se sorprenden".
La elaboración del diario fue la forma en que los chicos manifestaron su visión del presente. "Eso salió un poco de nosotros y un poco de ellos -dice Nora-, porque por ahí vamos con una idea vaga y ellos le dan forma. Con poquito ellos se prenden y hacen cosas. Son muy receptivos".
En la discusión de la actualidad se imponen determinados temas. "Hablar de los presos mayores es un clásico. Ese es un mundo del que les interesa que les cuenten cosas: saber cómo es Coronda, o cómo son las comisarías de mayores. Ellos tienen datos y quieren corroborarlos, y a la vez preguntan, quieren saber, a veces con admiración y a veces con preocupación", dice Nora.
Ese interés se manifiesta también en su lectura de los diarios. "Lo que más les atrae son las noticias policiales: muchas veces encuentran allí a conocidos o amigos. Pero en el Irar sólo pueden ver el diario recortado, sin las páginas policiales". Según Eloy, "algunos chicos son conscientes de que van a pasar gran parte de su vida presos. Cuando hablan del futuro lo primero que sale es «nos vamos a poner las pilas, vamos a conseguir un trabajo». Pero la situación es mala y sobre todo para ellos, porque salen tatuados, tienen antecedentes y así se les hace más difícil que para cualquiera".
En ese sentido, "hasta ahora ninguno nos planteó que el sueño de su vida fuera robarse dos millones de dólares o alguna cosa por el estilo. La ilusión que tienen es conseguir un trabajo y formar una familia. En realidad, en el fondo, muchos de ellos piensan que no van a zafar", dice Nora.
El tema crucial para los chicos presos es el de los afectos. "La familia es importantísima, y la madre es casi sagrada, mística inclusive: aunque no esté, aunque sea una borrada bárbara, es la madre. Uno de los peores «delitos» que podés cometer estando en cana es putearle la madre a otro".
Esa devoción se explica. "Las que sostienen a los chicos, las que siguen estando y van siempre a la visita son las madres. Los amigos y las novias no pueden ir al Irar y eso hace que haya pibes sin visitas. Y hay madres que tienen varios hijos presos y se las tienen que arreglar para verlos a todos, porque los días de visitas son los mismos".
-Hay una idea generalizada de que la ley es benigna con los menores que delinquen. ¿Qué piensan sobre eso? \N. G.-La gente ha incorporado frases como que los menores entran por una puerta y sale por otra. Si fueran al Irar verían que esa puerta por donde los chicos se van rápido no existe. Ellos pasan presos cuatro, cinco meses o un año, y no es poco tiempo, sobre todo para un chico que atraviesa la adolescencia. El otro día, por un descuido, nos quedamos encerrados quince minutos en una sala del Irar. Y nos dimos cuenta de lo que debe ser estar un mes ahí adentro.