"No se trata de verdad o mentira, sino de lo que se puede probar y lo que no se puede probar". Así definió el juez de instrucción Carlos Carbone la situación que se plantea en la investigación de las denuncias que parecen desafiar la lógica cotidiana. Carbone investiga actualmente el caso del alumno de la Escuela Constancio C. Vigil que dijo haber sido raptado por un grupo de desconocidos. El único dato cierto con que se contaba era la denuncia del propio involucrado. "El chico hace un relato que, en su discurso, no tiene fisuras: tiene siempre la misma versión, sin hacer agregados y por eso parece creíble -observa el juez-. Entonces se trata de analizar los datos objetivos y subjetivos, y de ver al chico en su medio, para corroborar ese discurso". En ese sentido, "el chico decía que había salido de la escuela con dos compañeros: eso no se pudo comprobar, ya que los compañeros lo negaron". Además, "no se encontró ningún testigo pese a que los hechos ocurrieron aparentemente en lugares muy transitados y a plena luz del día". El menor manifestó que se le había extraído sangre. "El mismo día fue revisado por médicos del Hospital Roque Sáenz Peña. Al día siguiente lo vio un médico policial y después una junta médico forense. Todos constataron que no tenía nada y, en particular, que no tenía huellas de pinchazos, que generalmente permanecen varios días". Por otra parte, "el chico contó que al subir a la Trafic le dieron una pastilla que lo hizo dormir en menos de un minuto y que despertó unos quince minutos después. Los forenses informaron que no se conoce ningún medicamento que produzca un efecto tan fulminante y que no deje secuelas: si uno queda inconsciente tarda bastante en recuperarse, mientras que este chico dijo que se despertó y se fue caminando a su casa". Asimismo, el adolescente dijo que, al ofrecer resistencia, fue tomado de los brazos y golpeado en el cuerpo. "No se comprobó que tuviera ninguna lesión, aunque se quejaba de sentir dolor. También se hicieron análisis para detectar vestigios de la presunta pastilla, pero no se encontró nada". El menor relató que fue abordado por un hombre de pelo largo vestido de enfermero y que en el interior de la Trafic había montado una especie de laboratorio, que hasta incluía tubos de ensayo. "No encaja en el modus operandi de alguien que quiere hacer ese tipo de cosas", dijo Carbone. "Los psiquiatras no le vieron ninguna alteración mental ni patológica -agregó el juez- Plantearon como hipótesis una búsqueda de protagonismo por parte del chico, en el marco del medio donde vive, que es una familia con siete hijos. Autoridades de la escuela, donde la historia no sonó creíble, comentaron algo similar". Carbone destacó que "el chico vive como cierto lo que cuenta y por eso es creíble; le decía a la policía que no quería que lo tomaran por mentiroso". En una de sus declaraciones, el menor contó un caso anterior, ocurrido en su barrio. "Dijo que unas personas desconocidas que iban en un auto habían intentado raptar a unas nenitas vecinas. Esta historia se la habría contado la madre, que la escuchó de la madre de las nenitas".
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