Uncas Fernández (*)
El reciente exabrupto del presidente uruguayo Jorge Batlle sobre Argentina refleja, según analistas, su frustración por verse convertido en bombero de permanentes focos de incendio y no en el reformista liberal que aspiraba ser durante 32 años de lucha por el poder. El mandatario apareció el lunes en televisión, en una grabación en la que atacó a Eduardo Duhalde, porque "no sabe a dónde va", y a los políticos argentinos, a los que tildó de "manga de ladrones". Más allá de su escasa compostura diplomática (él lo reconoció con lágrimas en los ojos al día siguiente en Buenos Aires) sus declaraciones expresaban el estrés por los cinco meses en que Uruguay estuvo al borde del abismo, con el contagio de la crisis argentina como enésima calamidad desde su asunción en marzo de 2000. Batlle (74 años), veterano de campañas presidenciales desde 1967, miembro de una dinastía que dio tres presidentes, alcanzó el triunfo en la segunda vuelta electoral de noviembre de 1999, con 52% de apoyo. En su campaña, según su estilo de "cantar la justa", prometió un gobierno "divertido" con reformas liberales y rebaja de impuestos que abrirían el camino a la prosperidad. Días atrás explicó que intentaba cambiar el modelo porque el actual "no sirve, o sea nosotros no somos ni chicha ni limonada. Estamos a mitad del camino de un mercado cerrado y de un mercado abierto". "Hasta ahora el presidente sólo se ha dedicado a evitar catástrofes; esa es su gran frustración", señaló el analista independiente Juan Doyenart. Con el mercado regional agotado, Batlle se arriesgó a negociar acuerdos fuera del Mercosur, en especial con Estados Unidos. Entonces, Washington decidió subsidiar su sector agrícola con 180.000 millones de dólares en 10 años, nueva traba al acceso a mercado para los productos uruguayos. La acentuación de la crisis argentina (default, devaluación y corralito) derivó en la pérdida de reservas del Banco Central, que debió intervenir en el mercado cambiario y devolver depósitos a los bancos comerciales para que pudieran cumplir con sus clientes. Cuando Batlle aguardaba el auxilio financiero internacional y la aprobación de un segundo ajuste fiscal en el año, surgió la nota de Bloomberg. En una pausa de la entrevista, sin controlar si alguna cámara seguía encendida, el presidente se desahogó y cantó "su justa", que literalmente le costó arrepentimiento y lágrimas, cuando aún le restan tres años de mandato. *Analista político uruguayo
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