Año CXXXV
 Nº 49.504
Rosario,
domingo  09 de
junio de 2002
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Opinión: La fuerza de las palabras afuera de la formalidad

Luis Baggiolini (*)

Hay varias cosas para observar en este caso. Es interesante ver la diferencia que se produjo, desde el comienzo, en términos de lo dicho por el presidente de Uruguay, Jorge Batlle, "en" el reportaje de Bloomberg y lo que dijo "fuera" de él.
Desde un principio, e incluso más allá del contenido de las declaraciones, lo que trascendió (fundamentalmente por la situación enunciativa) fueron las palabras captadas (¿robadas?) fuera de la escena formal de un reportaje televisivo.
Al menos eso parecía ser lo que creyó el mismo Batlle, y fue justamente eso lo que tornó más creíble ese fragmento de las declaraciones: lo que tuvieron de espontáneas, "fuera" de la escena pública, de las rutinas periodísticas y de las formalidades políticas.

Fuera de escena
Las palabras de ciertos personajes públicos son más creíbles cuanto más alejadas las percibe la gente de la escena pública. Cuanto más "privado" esté el público de ese espacio y de lo que sucede en él, más creíble se torna, sobre todo porque se tiene la creencia de que el poder y "la verdad" de la política (si es que hay alguna) se mueven en el secreto, en todo aquello que se encuentra fuera de lo público.
La fuerza y el valor de las imágenes que se captaron con el senador Raúl Alfonsín leyendo un mensaje manuscrito que le proponía "cajonear" la designación de un juez están en esta misma dirección: allí pareció destellar una parte del secreto oculto en la escena pública parlamentaria, parte de la verdad del poder político. En ese pequeño papelito y no en los largos discursos parlamentarios que la TV se empeña en difundir.

Sin retorno
Respecto de la posibilidad que le asistía a Batlle de "desdecirse" o negar, explicar (una forma de la evasión) o corregirse de lo dicho off the record, no sólo hubiera sido una tarea destinada al fracaso, sino que de hecho ni siquiera lo intentó. Lo único que hizo, con cierta premura, y con relativo éxito, fue disculparse "con el país", a nivel protocolar, en el mismo espacio público formal (lágrimas escénicas mediante) que nadie cree.
Es un buen ejemplo de cómo se diferencia, no sólo para la gente, el espacio público (ritual, formal, escénico) y el privado (más espontáneo y casual), y porque tienen tanto impacto las cámaras ocultas y los continuos intentos de arrancar a los personajes públicos un espacio de su intimidad: se supone que si hay algo de verdadero o genuino en ellos, lo podremos encontrar allí. Aunque por supuesto ellos también lo saben.
\* Profesor de la Escuela de Comunicación Social


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