En 1955, en Kassel, Alemania, se inició con el nombre de Documenta la primera edición de una serie de hasta ahora once muestras internacionales que se fueron constituyendo paulatinamente en la expresión del rumbo que va tomando la producción artística contemporánea. Si bien la Documenta de Kassel es sinónimo en la actualidad de lo último en arte (al menos en la versión de los países centrales), en un principio la propuesta nació como una reivindicación por parte de la propia Alemania de todo lo que había sido considerado como arte degenerado por los nazis. En la pequeña ciudad, el Museo Fridericianum (1769-1779), que había sido destruido por los bombardeos aliados y fue reconstruido poco antes de inaugurarse la exposición, se convirtió en un verdadero símbolo de la mayor muestra de arte moderno que se realizó desde terminada la guerra. Edición tras edición, la exposición que se realiza cada cinco años se fue modificando y actualmente no sólo se propone como un panorama de lo último que se realiza en el arte en el mundo sino como un importante análisis, en ocasiones con fuertes cuestionamientos, sobre la situación sociocultural y económica, tanto es así que la principal preocupación de la Documenta XI pasa por debatir acerca del mundo "poscolonial". Si bien la exposición en el inicio centró su atención en Europa, de a poco se ha abierto, y este año incluye varios creadores latinoamericanos, pero la responsabilidad de su selección no recayó particularmente en Carlos Basualdo, ya que el curador general, Okwui Enwezor, evitó que el trabajo de los cocuradores se repartiera de acuerdo a criterios de nacionalidad.
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