Las siempre latentes posibilidades de que barrabravas argentinos se enfrenten con los hooligans ingleses en las horas previas al encuentro de pasado mañana en Sapporo, mantienen en vilo a los habitantes de esta moderna ciudad japonesa.
Los antecedentes en este sentido datan del mundial de Francia 98, donde se produjeron serios enfrentamientos entre hinchas de ambos seleccionados, alarmando hasta a las autoridades de la propia policía gala.
Unos 9.000 agentes de seguridad velarán por el orden público antes, durante y después del clásico de pasado mañana, habida cuenta de que éste fue considerado un partido de alto riesgo por los antecedentes en materia de violencia que tienen los barrabravas argentinos y los hooligans ingleses.
Si bien los funcionarios de inmigración ya efectuaron un amplio operativo de contralor con el que impidieron el ingreso a Japón de una veintena de hooligans, quienes fueron deportados por encontrarse sus nombres en una lista elaborada con la colaboración de oficinas de policía extranjeras, en Sapporo igualmente no quieren dejar nada librado al azar en esta materia.
La prensa en Sapporo difundió una información que daba cuenta de un hecho escandaloso para un país donde la honestidad es practicada con naturalidad en la vida diaria: un hincha argentino le habría sustraído una entrada a un menor de edad en las inmediaciones del estadio de Ibaraki, antes del partido en el que Argentina venció a Nigeria.
Además, una veintena de barrabravas argentinos, en su mayoría hinchas de Boca Juniors y Chacarita Juniors, estuvieron presentes en el debut argentino y ahora viajarán hacia Sapporo. Entre ellos pudo observarse al famoso Tula, el ex jefe de la barra brava de Rosario Central que actúa como bombista en actos partidarios del justicialismo y fue observado precisamente en el estadio de Ibaraki, por lo que se está investigando quien o quienes solventaron el costoso viaje de quien fuera reconocido barrabrava canalla.
El único dato alentador en el sentido de que no se produzcan finalmente los temidos enfrentamientos entre los barrabravas y los hooligans que también tuvieron lugar en el Mundial de México 86 es que la crisis argentina provocada por la desocupación y la devaluación, así como los altísimos precios de este país han reducido a su mínima expresión el número de hinchas argentinos que se dieron el lujo asiático de viajar al Mundial de Corea y Japón 2002.
Sapporo, con sus grandes espacios verdes, no luce muy diferente al resto de las ciudades sede de Japón. No hay ambiente futbolístico en las calles, salvo algunos carteles dándoles la bienvenida a los hinchas de los equipos visitantes en sus respectivos idiomas.
A varios cientos de metros de la estación de subterráneos de Fukuzumi se levanta el imponente Sapporo Dome, una especie de gran nave espacial acondicionada para jugar al fútbol. Con su césped que crece fuera del estadio y luego es trasplantado dentro del recinto a través de un mecanismo aerodeslizador y su techo retráctil, por ejemplo es posible impedir que jugadores e hinchas se mojen aunque llueva con intensidad. Un auténtico emblema del mundial de la tecnología. Pero, lo de las barras, sigue siendo un estigma del pasado. Aunque eso sí, siempre difícil de controlar. (Télam)
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La Ciudad
