Año CXXXV
 Nº 49.497
Rosario,
domingo  02 de
junio de 2002
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Después del juicio por el crimen de Daniel Sánchez
El asesinato de un remisero y una oscura historia que permanece abierta
Los turbios manejos en torno al remís de la víctima son el principal elemento de cargo contra los sospechosos

Ariel Etcheverry / La Capital

El misterio más grande que rodea al crimen de Daniel Sánchez es sin dudas saber quiénes y por qué lo asesinaron el 22 de septiembre de 2000. La absolución por parte de un tribunal de la ciudad de Bell Ville de los únicos dos imputados en la causa le dio un duro revés a la posibilidad de encontrar a los culpables. El principal elemento de cargo aparece dado en torno al Ford Escort color gris que pertenecía a la víctima y que apareció en poder de un abogado mendocino casi cuatro meses después del homicidio.
Para el fiscal Telmo López Lemma, que encabezó la acusación contra los hermanastros José Torres y Mario Paglione por homicidio calificado, las pruebas reunidas en el expediente eran "más que suficientes" para una condena a reclusión perpetua. No sólo por la alevosía y crueldad con que fue cometido el crimen (también se mencionó el estado de indefensión de la víctima) sino porque su objetivo final fue justamente encubrir o tapar otro delito que fue el robo del automóvil.
La defensa, en tanto, sostuvo que los acusados jamás conocieron a la víctima, nunca estuvieron en contacto con ella, y que sólo uno de ellos (Mario Paglione) hizo de chofer y trasladó el coche de Buenos Aires a Mendoza para entregárselo a una banda dedicada al tráfico de vehículos robados o con "problemas de papeles".
Con esas versiones diametralmente opuestas y al parecer más dudas que certezas, la Cámara del Crimen de Bell Ville absolvió a los acusados, a quienes siquiera les pudo imputar el robo del coche y por ahora están libres de culpa y cargo. Mientras se esperan los fundamentos de la sentencia, López Lemma defiende su posición al afirmar que Torres y Paglione fueron vistos llegar a la provincia de Mendoza con el Escort prácticamente el día posterior a la desaparición de Sánchez.
Juan Argilia es quien recibió a los hermanastros en su finca de las cercanías de Mendoza cuando arribaron en busca de trabajo y donde la policía los encontró cuatro meses después del homicidio. Ese testigo declaró en el juicio que Torres y Paglione arribaron a su casa "un sábado a la mañana de fines de septiembre" con el Ford Escort. Para el fiscal ese es un indicio muy fuerte en contra de los acusados porque Sánchez desapareció el viernes 22 de septiembre a la tarde cuando levantó unos pasajeros en Rosario para llevarlos supuestamente a Casilda.
"El testigo no precisó si fue sábado 23 o sábado 30 el día en que los hermanos aparecieron por Mendoza con el coche. Pero estamos ante una mínima diferencia de días que no cambia la esencia de los hechos y para nosotros quedó probado que llegaron a Mendoza inmediatamente después de la muerte de Sánchez", concluyó el fiscal de Cámara. Esa versión de la historia dice que Torres y Paglione llegaron "con lo puesto" a la localidad de Maipú y fueron de inmediato hasta lo de Argilia en busca de trabajo.
La Fiscalía y la querella establecieron durante la instrucción de la causa que, además de no poseer equipaje, no tenían dinero y tuvieron en su poder el coche entre dos y cuatro días hasta que finalmente se lo entregaron al abogado mendocino José Nieto.
Lo que sigue es uno de los principales argumentos de la parte acusadora. El auto fue a parar a lo del profesional en principio como parte de un pago de honorarios. Torres y Paglione necesitaban asesoramiento profesional en cuestiones como la sucesión de bienes, una estafa y también mencionaron un problema con la policía en la provincia de Córdoba. El propio Argilia fue quien los contactó con Nieto en la capital mendocina.

Negocios poco claros
Una vez informado en la consulta, Nieto habría solicitado dos o tres mil pesos de adelanto para iniciar los trámites judiciales, pero enseguida los hermanastros respondieron que no poseían ese dinero en efectivo y que sólo contaban con un Ford Escort prácticamente cero kilómetro. Allí habría surgido la idea de entregar el rodado como parte de pago de los honorarios del abogado.
Nieto ofreció vender el auto y cobrarse de esa operación. Pero faltaba algo importante para llegar al acuerdo: la posesión del título de propiedad del automóvil. Paglione y su hermanastro no lo tenían y supuestamente se comprometieron a entregarlo días después.
Mientras tanto, Nieto conservó el Escort guardado en un galpón suyo. Los días y los meses transcurrieron y los hermanastros nunca aparecieron con los papeles. A todo esto la investigación del crimen había entrado en un cono de sombra. La pesquisa tuvo un viraje cuando Nieto aparentemente decidió utilizar el coche. La policía lo detectó circulando por la ciudad de Mendoza y lo arrestó.
Fue en ese momento, y al verse involucrado en un homicidio, que el abogado aportó todos los datos para ubicar a quienes se presentaron como los dueños del vehículo. A partir de allí la búsqueda se simplificó y horas después Torres y Paglione quedaron formalmente imputados en el crimen. Todos los testimonios e indicios que se recolectaron en la investigación fueron cerrando el círculo en torno a los acusados hasta que llegó el momento del juicio. Pero cuando el caso parecía esclarecido, las dudas se reinstalaron y la investigación volvió al punto de partida.



El cuerpo de la víctima apareció en Córdoba.
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