La Copa del Mundo 2002 de fútbol que comenzó la víspera organizada por Corea del Sur y Japón, no existe para el régimen norcoreano que levantó un muro de silencio con el objetivo de que la competición pase lo más desapercibida posible. Una actitud del régimen estalinista de Pyongyang que, por supuesto, no ha impedido a la población mantenerse al corriente e, inclusive, apasionarse en algunos casos. Aunque, está claro, esto no hay que decirlo ni demostrarlo. "Toda la gente (del norte) apoya a Corea del Sur, pero nadie dirá nada porque puede ocasionarle problemas", explicó en Seúl David Lim, un hombre de negocios establecido en Estados Unidos, que viaja regularmente a la capital norcoreana. El Norte y el Sur de la península coreana se mantienen formalmente en guerra desde el conflicto armado (1950-1953) que dividió al país. Además, Corea del Norte tiene muy malas relaciones con Japón, el otro organizador del Mundial. Pyongyang no se ha dignado a responder oficialmente a la propuesta de Seúl para que el Norte fuera sede de uno o dos encuentros del Mundial. El presidente de la Federación Internacional de Fútbol (Fifa), Joseph Blatter, también chocó con el mutismo de las autoridades cuando viajó a la capital norcoreana, el mes pasado, para solicitar que una delegación de directivos y jugadores se trasladara al sur para presenciar los partidos.
| |